Un asunto bastante olvidado en nuestro sector, pero de constante actualidad, es la colaboración, ayuda o solidaridad entre abogados, entendiéndose por tal las acciones desinteresadas que éstos deben realizar con el fin de orientar a otros compañeros cuando lo requieran. Nos estamos refiriendo por tanto a un dar, a una entrega de conocimientos y experiencias que pueden ayudar a quien los recibe en su crecimiento profesional.

Esta solidaridad ha existido siempre entre los abogados, siendo frecuente que el abogado experto en algún campo del derecho reciba una llamada de otro colega para que le explique cómo preparó aquella demanda o qué perspectivas de éxito ve respecto a tal o cual asunto. Actualmente, y consecuencia del fenómeno de las redes sociales, la solidaridad, a modo de ejemplo, se manifiesta claramente en los distintos foros de abogados, en los que la colaboración desinteresada de un elevado número de abogados suele concluir resolviendo la duda de quien solicita ayuda.

De hecho, el propio Código Deontológico de la Abogacía Española recoge en su artículo 12 (Relaciones entre los Abogados) la siguiente obligación deontológica

El Abogado de mayor antigüedad en el ejercicio profesional debe prestar desinteresadamente orientación, guía y consejo de modo amplio y eficaz a los de reciente incorporación que lo soliciten. Recíprocamente éstos tienen el derecho de requerir consejo y orientación a los abogados experimentados, en la medida que sea necesaria para cumplir cabalmente con sus deberes.

En mi experiencia personal, he tenido ocasiones de emplear las dos caras de la moneda de la solidaridad: he dado y he recibo consejos valiosos sobre nuestra actividad profesional, encontrando en ello, especialmente en ofrecer ayuda, una verdadera satisfacción. Y me refiero no solo a la que puedo prestar a los abogados que trabajan en nuestro despacho, sino a aquellos abogados desconocidos cuyo contacto es precisamente esa primera llamada o correo electrónico. Es más, creo que a través de la solidaridad entre compañeros reforzamos no solo la lealtad y el compañerismo que debemos profesarnos, sino igualmente el vínculo que une al colectivo y a la hermandad de abogados.

Pero, con independencia de los efectos sobre la colectividad, hay otros, y muy beneficiosos, para el abogado que orienta, guía y da consejo a otros compañeros.

Dice el Dalái Lama que “el conocimiento, si no se comparte, se pudre como el agua estancada” Siendo el conocimiento producto de una serie de contribuciones anteriores al que lo posee, éste deberá continuar transmitiendo dicho conocimiento como una nueva contribución a modo de agradecimiento por lo recibido.

Deepak Chopra nos manifiesta que dar y recibir proceden de la misma energía, y para que recibas, tendrás antes que dar, de manera que la abundancia “de lo que sea” se obtiene gracias al desprendimiento previo. Para recibir conocimientos tendrás antes que darlos. Esta aproximación recuerda a la de Will Smith para quien el significado de una vida plena requiere una verdadera aportación al bien común, lo que se obtiene ayudando a los demás.

Para Og Mandino, la generosidad nos ayuda a sentirnos bien con nosotros mismos, extremo éste empíricamente demostrado. La solidaridad es buena para el estado de ánimo de la persona, que tras la acción realizada se siente más feliz.

Finalmente, Zig Ziglar nos habla de una ley de la compensación universal, por la cual cada vez que das algo, el universo está en deuda contigo, de manera que tarde o temprano la deuda quedará saldada.

En definitiva, esto de la solidaridad es como la moneda que la representa, pues la miremos como la miremos, siempre nos toparemos con el lado bueno de la misma, dar y recibir, algo que los abogados, por nuestro bien y el de nuestro colectivo, no debemos olvidar jamás.

Ahora, sal ahí fuera, y plantéate cómo puedes ayudar a los compañeros que lo necesiten.

Cuando lo hagas, disfruta de tu contribución.