Revisando el blog que dispongo en legaltoday tuve la suerte de acceder a un post publicado en septiembre de 2011 que contenía un decálogo redactado para acompañar a los abogados en su senda profesional durante el ejercicio 2011-2012. Tras su lectura, quedé sorprendido de su enorme actualidad y, sin dudarlo, he decidido compartirlo con vosotros en mi blog personal.

Pues sin más demoras, ahí lo tenéis con el deseo de que os ayude a reflexionar y a mejorar profesionalmente

Conócete: Aunque suene filosófico, el conocimiento de uno mismo es primordial para el ejercicio satisfactorio de cualquier profesión. Si no reconocemos nuestros anhelos y deseos profesionales; si obviamos nuestros defectos y no explotamos nuestras virtudes profesionales, ¿cómo vamos a poner en práctica cualquier consejo o recomendación? Primero hay que ser sincero con uno mismo. Luego, una vez conocidas las fortalezas y las debilidades, podremos trazar nuestra estrategia.

Lidérate: Con independencia de la estrategia general de tú despacho, pero en congruencia con ella, plantéate que es lo que deseas conseguir profesionalmente, es decir, cual es tú propósito profesional (visión). Hecho esto, establece objetivos y líneas de actuación que te ayuden a cumplir dicho sueño (misión).

Organízate: Hay que primar la aplicación de técnicas que nos permitan disponer de la infraestructura de trabajo que favorezca la acción profesional inmediata, evitando los retrasos y pérdidas de tiempo. Conocer y aplicar las técnicas de gestión del tiempo y gestión documental es imprescindible.

Planifica: No dejar nada al azar. Si conocemos cómo se desarrolla nuestra jornada habitual, podemos planificar nuestro trabajo. Es fundamental que consigamos una rutina en la preparación de los escritos judiciales fundamentales y, como no, de los actos judiciales como audiencias previas, juicios, declaraciones, etc…

Fórmate: Hoy más que nunca, es imprescindible el estudio y la preparación continúa del abogado. Atendiendo a nuestras metas y capacidades, tenemos que dedicar un espacio de tiempo para la autoformación.

Atiende al cliente: Hay que mantener una relación estrecha con el cliente anticipándose a sus necesidades, informándolo permanentemente del desarrollo del asunto y, ¿por qué no?, dedicar un tiempo a socializar con él en un contexto relajado. Tan fácil y tan complejo, ¿verdad? Desgraciadamente, sin la atención al cliente ningún otro consejo que damos será operativo.

Estudia: Los abogados son contratados por su capacidad en la defensa de los asuntos jurídicos. De hecho, es algo que el cliente da por sentado. Por ello, con independencia de la autoformación, hay que aplicarse a los asuntos encomendados y a las nuevas experiencias con un deseo de aprender y conocer la materia como un verdadero regalo para afilar el hacha de nuestra pericia profesional.

Interactúa: No te aísles en la torre de marfil de tú despacho. En la medida que el trabajo te lo permita, sal del despacho e interactúa con tus colaboradores, empleados y otras personas vinculadas a tú profesión. El contacto personal te facilitará información de primera mano que te ayudará a la toma de decisiones rápidas, oportunas y eficaces. Además, como propina, conocerás más gente.

Publicítate: Hoy, con la saturación de medios de comunicación existente, no es suficiente con ser el mejor. Es necesario que nos conozcan, que sepan de nuestra especialidad, de nuestras habilidades. Para ello, debemos adoptar y aplicar las técnicas de marketing necesarias para ello poniendo especial atención al empleo de las redes sociales.

Se humilde en la victoria y práctico en la derrota: Si tuviera que elegir el factor adverso que más incide en el trabajo de un abogado es la dependencia del éxito/fracaso de su actividad a la resolución del Juez. Como tenemos que contar con ambas situaciones, hemos de estar preparados para disfrutarlas o aceptarlas. En consecuencia, por higiene mental, hemos de aprender a vencer con elegancia, sin aspavientos, reconociendo el empuje recibido de los demás, y respetando más si cabe al antagonista. Y en cuanto a la derrota, hay que tomársela cómo parte del juego y como el mejor estímulo para la corrección de los errores detectados y mejora de nuestras habilidades. Es humano lamentar la derrota, pero hay que adaptarse inmediatamente al nuevo escenario.

Espero que os haya gustado

Un saludo.