Hoy me gustaría ilustraros a través de dos ejemplos la diferencia entre un mal y un buen servicio al cliente por parte de un despacho de abogados, debiendo significar que ambos constituyen pura ficción, si bien es posible que, de alguna forma, nos veamos representados en ambos.

La finalidad no es otra que hacernos reflexionar sobre la importancia que tiene lograr que cuando el cliente salga del despacho, disponga de una percepción positiva del mismo y de los servicios que prestamos.

Sin más preámbulos, examinemos ambos ejemplos:

Primer escenario

Nuestra clienta, llamada Josefa, tras la recomendación de una amiga, decidió llamar al despacho de don José para pedirle una cita con idea de hacerle una consulta sobre un asunto de su interés. Cuando llamó por teléfono, le dieron cita para una semana, dirigiéndose por tanto al despacho el día y a la hora exacta.

Tras llamar al timbre y esperar un periodo de tiempo que le pareció quizás excesivo, escuchó algo similar a unos pasos corriendo detrás de la puerta cuando, por fin, ésta se abrió y doña Josefa pudo contemplar el rostro de una recepcionista que con cara de absoluta indiferencia le preguntaba qué deseaba, Josefa, le respondió que tenía cita con don José a las seis.

La recepcionista la acompañó a una pequeña sala en la que

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