Pigmalión, escultor que vivía en la isla de Creta, esculpió una estatua tan perfecta y tan bella, que se enamoró de ella y rogo a los Dioses que le dieran vida y sensibilidad para poder hacerla su esposa. Apiadada de la pasión amorosa de Pigmalión, la Diosa Afrodita concedió su deseo dando vida a la estatua, una joven bellísima, de nombre Galatea, a cuya boda con Pigmalión se cuenta que asistió la propia Afrodita…

Este mito, partiendo de la capacidad de superación que mostró Pigmalión al realizar una escultura perfecta, ha sido empleado por psicólogos, sociólogos, empresarios y deportistas bajo el conocido como efecto Pigmalión para explicar el funcionamiento del comportamiento humano, especialmente para la determinación de lo que las personas pueden llegar a ser a través de la consecución de nuestros objetivos.

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