Hace un par de años, en Navidad, me regalaron el libro de Walter Isaacson titulado STEVE JOBS que, como su nombre indica, constituía la primera biografía de este genial empresario. Si bien intenté en un par de ocasiones comenzar su lectura, lo cierto es que por distintas circunstancias, entre las que se encontraba el grosor del mismo, abandoné la idea sumergiéndome en otros proyectos.

No obstante, como me considero un buen lector, siempre he tenido la espinita clavada y cada vez que veo su blanco lomo en los estantes de mi biblioteca, me da un no se qué, que me hace sentir algo culpable.

Y he aquí que el otro día me topé en una librería con un librito escrito por el mismo autor y titulado STEVE JOBS, Lecciones de Liderazgo. Mi reacción fue inmediata, cogí un ejemplar y me lo lleve a casa (previo pago, claro), y en un hueco comencé con su lectura con el fin de al menos mitigar mi culpa por mi imperdonable abandono (un punto de contrición da al alma la Salvación, decía el Tenorio). Sin embargo, a medida que avanzaba en el texto, mi redención se convirtió en disfrute y descubrí, de la mano de su biógrafo, algunos ejemplos y consejos sobre el estilo de dirección del Steve Jobs, que me prometí compartir con vosotros dada su aplicación a cualquier actividad empresarial y profesional y, como no, a los abogados.

Por ello, con este propósito, paso a reseñaros cuatro de las lecciones que más me gustaron tras una intensa lectura.

CONCENTRATE: Jobs era un obseso de la concentración en el estudio, producción y venta de un determinado número de productos de la máxima calidad, y para ello sacrificaba cualquier otro producto que pudiera distraer a su equipo del objetivo propuesto. Su lema en este aspecto era “Decidir lo que no hay que hacer es tan importante como decidir lo que no hay que hacer” De este modo, filtraba sin cesar todo lo que creía que podía distraerlo, centrándose en unos objetivos muy concretos y limitados, pero que a la postré serían extraordinarios.

Ciertamente, los abogados solemos trabajar en múltiples asuntos que demandan casi simultáneamente nuestra atención. Sin embargo, hemos de aprender a concentrarnos en lo que realmente importa, obviando (al menos momentáneamente) todo aquello que pueda desviar nuestra atención. De hacerlo así, es muy probable que los resultados sean mucho más positivos.

SIMPLIFICA: La habilidad de simplificar los problemas era esencial en Jobs que tenía un instinto especial para simplificar las cosas centrándose en su esencia y eliminando todos los componentes innecesarios “La sencillez es la máxima sofisticación” decía. Esta destreza se manifestaba a la hora de diseñar o rediseñar algún producto, analizándolo en profundidad y, una vez observada la complejidad del mismo, procedía a simplificarlo al máximo.

Los abogados, tenemos una deuda importante con la simplicidad, especialmente cuando redactamos una demanda o una contestación o elaboraos el clausulado de un contrato. ¿Qué hay que hacer? Pues sencillamente, profundizar en la materia, estudiarla, conocerla y dominarla, y después transmitirla de forma sencilla, eliminando lo superfluo, o lo que es lo mismo, la hojarasca y espesura que esconde las ideas que podrían ser expuestas de forma clara y directa.

PIENSA EN LOS PRODUCTOS ANTES QUE EN LOS BENEFICIOS: «Céntrate en crear un gran producto y los beneficios llegarán” decía Jobs. Y así era. Su obsesión era crear productos absolutamente geniales motivando a su equipo con dicho resultado, pero obviando cualquier interés especial por el dinero. Naturalmente, éste es fundamental para crear grandes productos, pero la motivación, insistía, está en el producto. De hecho, afirmaba que cuando se había conseguido un producto fantástico y la gente de publicidad y ventas se hacía cargo de la compañía para aumentar los beneficios, la empresa corría el riesgo de venirse abajo al perderse la perspectiva más importante.

Y nosotros, los abogados, hemos de seguir el ejemplo de Jobs, puesto que no podemos focalizar nuestro trabajo exclusivamente en los beneficios que nos va a reportar, sino, sea cual sea la importancia del asunto, hemos de trabajar ilusionados en obtener el resultado pretendido por el cliente con todas nuestras fuerzas. Naturalmente que los beneficios son importantes, ¿Quién va a dudar de ello?, pero ante todo, hacer las cosas bien con lo que tengas en donde estés, que decía Roosevelt.

FOMENTA EL CARA A CARA: Para Jobs eran fundamentales las reuniones cara a cara, dotándolas de un alto componente de espontaneidad. De hecho, siguiendo este principio, celebraba numerosas reuniones improvisadas llegando a diseñar el edificio de la compañía “El Edificio Pixar”, en el que prevalecían los espacios para favorecer los encuentros causales entre todos sus ocupantes (podéis disponer de más información en este enlace http://www.letraslibres.com/blogs/en-pantalla/pixar-inquietante-arquitectura-de-la-genialidad) De esta forma, Jobs consideraba que las relaciones fomentaban la comunicación y la creatividad como motor de la empresa.

Sin llegar quizás a los mismos parámetros que nuestro protagonista (cuya actividad era bien diferente) lo cierto es que los abogados, especialmente los que trabajan en despachos compartidos, han de esforzarse por incrementar los contactos informales y obviar el correo, o las comunicaciones internas para, de vez en cuando, fomentar la comunicación y la creatividad de sus componentes. Todo es cuestión de hacer la prueba.

Bueno, pues al terminar este correo, que espero que os haya gustado, siento que he alcanzado la redención, y que ahora sabré enfrentarme con algo más de dignidad a la visión del espinazo de aquel regalo navideño en la biblioteca.

Es más, hasta me estoy planteando echarle un vistazo….

OSCAR FERNANDEZ LEON
ABOGADO