Ya ha transcurrido más de semana desde la declaración de estado de alarma y la gran mayoría nos encontramos en la misma situación de confinamiento. Este escenario, absolutamente excepcional en nuestras vidas, está generando comentarios y noticias de diversa naturaleza, entre las que destacan cómo podemos hacer más llevadero nuestro encierro; lecturas, películas, series, deporte, etc. son el pan de cada día a través de las omnipresentes redes sociales.

Aprovechando esta experiencia, me gustaría aportar mi granito de arena con algunos consejos o reflexiones que quizás puedan ofrecer algo de ayuda a mis queridos lectores, quienes, lógicamente, se encontrarán bastante preocupados ante esta situación. Trataré por tanto de exponer aquellos remedios basados en el uso de valores que, tomados parcialmente o en su totalidad, quizás puedan sernos de utilidad (1)

Vamos con ellos…

1º.- La autoconciencia: La autoconciencia, puede definirse como la capacidad del individuo de comprensión de las emociones, los puntos fuertes, las debilidades, las necesidades y los impulsos de uno mismo.

Al ser conscientes nuestros sentimientos y comportamiento ante cualquier estímulo, este conocimiento, debidamente procesado, puede influir en nuestras acciones de forma que repercutan en nuestro beneficio. Ello es debido a que, la autoconciencia nos ayuda a comprender cómo respondemos, nos comportamos, comunicamos y funcionamos en diversas situaciones, lo que nos permitirá escoger la respuesta más adecuada a las circunstancias.

Finalmente, la autoconciencia nos permitirá tomar decisiones beneficiosas, pues al ser plenamente conscientes de nuestros puntos fuertes y debilidades, adaptaremos nuestra conducta a dicho marco de habilidades, y buscaremos las soluciones más eficaces.

En momentos como el presente es fundamental viajar hacia nuestro interior y conocernos un poco mejor, lo que nos ayudará a extraer nuestros puntos fuertes y colocarlos en la vanguardia de nuestra acción.

2º.- El principio de impermanencia: Ya lo decía el filósofo de Éfeso, en la vida, nada es permanente, estando la misma sujeta a cambios continuos. Sin embargo, a pesar de ser conscientes del cambio, a menudo quedamos atrapados por estados de tristeza y abatimiento “permanentes” en los que nos sentimos infelices cuando en nuestra vida se producen cambios que no nos gustan. No queremos problemas y anhelamos que éstos se solucionen.

Sin embargo, esta falsa creencia provoca que nuestra vida se acomode a una ficticia permanencia y, aceptando lo rutinario, creemos que todas las cosas (que, de forma  poco realista consideramos constantes e inmutables) no cambiarán ya que están bajo nuestro control y así las acomodamos a nuestras expectativas. Esta situación puede llevar a decepciones y  pensamientos negativos que, en ocasiones, pueden atraparnos en estados anímicos de frustración, desilusión y victimismo que nos hacen sentirnos incómodos e infelices con nosotros mismos y con todos los que nos rodean.

Pues bien, siendo conscientes de este principio y aceptando la realidad de una vida cambiante, para bien o para mal, podemos empezar a soltar algo de frustración, máxime cuando, debido a dicha impermanencia, la situación actual tenderá a cambiar y volveremos a la normalidad.

Igualmente, el comprender que las cosas nunca están completamente bajo nuestro control, hará que las veamos con más claridad. De esta forma, apreciaremos las cosas tal y como son y no como podrían o deberían haber sido, disfrutando con plenitud el momento presente.

Profundizar en lo transitorio de las cosas nos hace más realistas, por lo que nuestra conciencia y capacidad de previsión aumenta considerablemente. Así, sabedores de que pueden ocurrir en nuestras vidas acontecimientos tristes o desagradables, la idea de lo transitorio nos permitirá prepararnos para hacer frente a lo peor, mientras disfrutamos de lo mejor de la vida. Aquí podríamos traer a colación esta preciosa cita de Benjamín Disraeli: “Las circunstancias caen fuera del dominio del hombre; pero la manera de conducirse en ellas es cosa que está en su mano”

Conocer que todo está sujeto a cambios nos permite tomar conciencia del poder que tenemos para superar los obstáculos que pueden presentarse e incluso crear las condiciones necesarias para conseguir lo que queremos.

Finamente, comprender y reflexionar que en nuestro ciclo vital se producirán acontecimientos desagradables nos ayudará a pensar en serio sobre lo que es realmente importante en nuestra vida, lo que nos permitirá establecer unas prioridades claras.

Ahora bien, comprender la mutabilidad de las cosas no puede identificarse con un concepto fatalista de la vida. Todo lo contrario: realismo puro, dado que como hemos podido ver anteriormente, la comprensión del cambio permanente da claridad a nuestra conciencia, mejora el entendimiento de las cosas, nos hace más previsores,  y lo más importante, nos  invita a luchar por lo que queremos al ser conscientes de que podemos superar los obstáculos que pueden presentarse, e incluso crear las condiciones necesarias para conseguir nuestros sueños.

Confinados en nuestros hogares, la impermanencia siempre me recordará que esto que está ocurriendo es posible, y que si bien ha alterado nuestras vidas, pasará y lo superaremos gracias a las herramientas que nos dará esa comprensión.

3º.- Prudencia: Si bien abarca un espectro amplísimo de habilidades, la prudencia se conoce principalmente por la capacidad de mantener una conversación interna con nosotros mismos en orden a analizar de forma reflexiva y atenta el tipo de acción que vamos a emprender antes de llevarla a cabo. En este caso, el acto de analizar debe identificarse con visualizar nuestra acción y todo lo que puede suceder cuando llevemos a cabo la misma, es decir, lo que viene en primer lugar (la acción propiamente dicha) y lo que vendrá después (las consecuencias de la misma). Una vez efectuado el análisis, hay que actuar. Con prudencia, sabremos actuar con prevención y proactividad adelantándonos a las circunstancias y tomando así mejores decisiones, manteniendo la compostura y discreción en todas las circunstancias.

Ya nos conocemos mejor y entendemos lo que está pasando, ahora toca reflexionar sobre lo que podemos hacer y cuáles serán las consecuencias de dicha acción.

4º.- Paciencia: La persona paciente no suele perder la calma ni alterarse ante escenarios de la vida que supongan desgracias, aflicciones o infortunios; igualmente, quien es paciente, tiene la perseverancia para llevar a cabo una misión con constancia y serenidad sin que las contrariedades puedan impedirle alcanzar el objetivo. Por otro lado, la persona paciente dispone de una comprensión más realista de la vida, reconociendo que ésta tiene sus contradicciones, sus crisis y sus múltiples facetas entre las que se encuentran los acontecimientos favorables y desagradables; buenos y malos; catastróficos y benditos. Igualmente, acepta que las cosas nunca estarán completamente bajo nuestro control y que todo es transitorio y por tanto cambiante. En definitiva, que la vida sigue su curso aunque nos resulte muy desfavorable.

Por lo tanto, la paciencia se constituye como una herramienta complementaria del principio de impermanencia, que nos ayudará a comprender y a actuar.

La paciencia puede ser nuestra gran aliada para respirar hondo y tras serenarnos, empezar a poner los ladrillos para renovarnos y avanzar.

5º.- Proactividad: La proactividad puede definirse como la capacidad del ser humano de liderar su propia vida como consecuencia del potencial que dispone para mejorarse a sí mismo, su situación y a su entorno mediante la toma de las iniciativas necesarias para crear cambios en su vida. Como puede colegirse, el comportamiento proactivo está íntimamente emparentado a la idea de responsabilidad, acción y cambio.

En la medida en que los problemas nos afectan, somos nosotros los responsables de optar por elegir la respuesta adecuada a los mismos, decidiendo que hacer en cada momento, y actuando con iniciativa en busca de los cambios necesarios para hacerles frente. Igualmente, ante la previsión de problemas, la persona proactiva se anticipa con determinación y constancia a los mismos generando nuevas oportunidades. En ambos casos, su comportamiento está orientado a los resultados, asumiendo la responsabilidad de que las cosas sucedan.

El comportamiento proactivo también está muy relacionado con la forma de afrontar el cambio. Las personas proactivas no rechazan el cambio, todo lo contrario, están dispuestas a aceptarlos con la necesaria flexibilidad y a integrarse en el mismo como también están dispuestos, si es necesario, a impulsarlo para acabar con situaciones de incertidumbre o perjudiciales.

No importa el espacio que dispongas y las limitaciones de movilidad; la proactividad nos ayudará a tener iniciativas que se adapten a la situación y nos permitan ir cambiando en busca de nuevas oportunidades para recuperarnos.

6º.- La amistad y las familias: Y, como no, no podemos olvidar los lazos que tenemos con nuestros amigos y con nuestra familia personal y la profesional; en la medida que mantengamos con todos contactos permanentes compartiendo nuestras preocupaciones y esperanzas, nuestra estrategia de cambio será más eficaz.

No olvides nunca que, como decía Arnold Glasgow, un verdadero amigo jamás se interpone en tu camino a no ser que vayas cuesta abajo. Ahora es cuando van a estar a nuestro lado.

Podríamos considerar muchas otras virtudes y valores que son claves en un momento como este, pero por cuestiones de espacio vamos a conformarnos con estos, pudiendo concluir con que una serena reflexión sobre los mismos nos puede ayudar a alcanzar los siguientes objetivos:

  • Reflexionar sobre nosotros y nuestra situación desde una perspectiva realista.
  • Conocernos mejor.
  • Comprender y aceptar la actual situación.
  • Vivir esta situación sin frustraciones y disfrutando, el momento presente.
  • Mejorar nuestro estado anímico y el de los que nos rodean.
  • Actuar con responsabilidad y con reflexión, disponiendo de iniciativa para mejorar, en la medida de lo posible, la actual situación.

Así que, acopia lo mejor de estos valores y nunca te rindas.

 

[1] BIBLIOGRAFIA:

 

Tú también puedes ser budista (Dzongsar Jamyang Khyentse).

El Tao Simple, El camino del equilibrio y la plenitud (

  1. Alexander y Annellen Simpkins).

Nuevos pensamientos para una vida mejor (Wayne W. Dyer).

Budismo para principiantes (Thubten Chodron).

El arte de ser feliz (Arthur Schopenhauer)

Revista Mente Sana, nº 52/09. Liberarse de la rigidez. Sergio Huget.