La práctica de la pericial es una prueba muy compleja tanto para quien pregunta como para el perito que responde, pues a pesar de estar basada en conocimientos técnicos que este domina como especialista, la exposición científica estará siempre condicionada a las preguntas que se vayan realizando por los abogados en liza.

Partiendo de dificultad práctica, en el presente post vamos a ocuparnos de presentar algunas reglas principios que todo perito debe seguir a la hora de responder al interrogatorio, y muy especialmente al contrainterrogatorio del abogado que cuestiona la fiabilidad de su dictamen.

Prepararse: Antes del juicio, el perito debe estudiar a fondo su dictamen y analizar al detalle todos los documentos conexos con el mismo. Ello le ayudará, no sólo a disponer de más seguridad a la hora de responder a las preguntas, sino que cuando se le citen documentos para su comentario, esté familiarizado con ellos, evitando así caer en una mala interpretación del documento.

Escuchar y pedir aclaraciones: Para el perito es esencial escuchar atentamente las preguntas que le realicen los abogados de las partes y las que, eventualmente, pueda realizarle el juez para poder comprenderla. En caso de no entender alguna pregunta, deberá solicitar se le repita hasta que alcance a comprender el significado de la misma. En este apartado hemos de incluir la prohibición de responder a una pregunta que sea impugnada hasta que esta no se resuelva por el juez.

Pensar la respuesta antes de contestar: Si bien en ocasiones hay preguntas sencillas que pueden responderse inmediatamente, no podemos perder de vista que hay preguntas complejas, e incluso preguntas que podrían incluirse en el apartado de impugnables (impertinentes, inútiles, capciosas, etc.). Por ello, el perito debe reflexionar antes de responder, tomándose el tiempo necesario, si bien debe tener cuidado en que toda pausa sea natural y no excesivamente larga, puesto que un silencio demasiado prolongado puede asociarse a inseguridad y duda por falta de los conocimientos adecuados.

Cooperar: A la hora de responder a las preguntas el perito debe cooperar con el interrogador, siendo consciente de que este está realizando su trabajo, por lo que sus preguntas requieren una respuesta clara a los interrogantes presentados. El gran defecto de algunos peritos, como veremos en un próximo apartado, es confundir al abogado que interroga con un verdadero adversario o enemigo, lo que le lleva más que a exponer su opinión, a defenderla de forma inflexible.

Mantenerse calmado: Hay que ser siempre respetuoso y cortés y no discutir nunca con quienes lo examinen, especialmente con el abogado contrario, ni menos aún enfrentarse, pues es símbolo de falta de objetividad y, cómo no, de respeto. Esta actitud, ajena a la calma y sosiego que debe mantener el perito, es más que contraproducente. Igualmente, el actuar de forma agresiva, con cierta irritación y con desconsideración hacia el abogado que lo interroga es un factor a tener en cuenta para evaluar negativamente su credibilidad. De hecho, el abogado que contraexamina estará encantado de ver como un perito pierde la compostura, pues es consciente, como hemos indicado, que dicha conducta transmite falta de objetividad. Por el contrario, si es el abogado el que pierde la compostura, a más calmado que esté el perito, mucho mejor.

Hacer concesiones: En algunas ocasiones el perito se comporta como  un abogado de la causa de la parte litigante. Ciertamente, es lógico y normal que el perito actúe como abogado de su propia opinión, pero cruzar la línea convirtiéndose en un verdadero adversario o una parte que expresa su propio interés en la salida del caso, afectará enormemente a su credibilidad. Esta conducta se observa cuando el perito actúa de forma dogmática, respondiendo a las preguntas del letrado (que no le ha propuesto) en actitud defensiva, no ofreciendo concesión alguna, incluso cuando se le pregunta algo obvio que exigiría una respuesta en un sentido perjudicial para el interés de quien lo propone en lugar de favorecerlo; no hacer concesiones, cuando la objetividad se impone, es uno de los elementos más evidentes de que se está actuando de forma subjetiva. En este apartado podemos incluir no exagerar los hechos favorables o eludir los hechos que puedan causar daño a la parte que lo propone.

Respetar el punto de vista adverso de sus colegas: Generalmente, la intervención del perito se produce en un contexto en el que participan otros peritos. La cortesía con el trabajo de estos y, cómo no, con su persona, son esenciales para mantener la credibilidad alta. Un perito que es desconsiderado o despreciativo con el trabajo de sus colegas causa una pésima impresión en el juez. En definitiva, la certeza de una valoración técnica no está reñida con el respeto a otras opiniones realizadas por otro profesional.

Si bien hay más consejos que podrían acumularse a los enunciados, qué duda cabe que el respeto a estas reglas será esencial para conseguir que el perito preste una declaración técnica alejada tanto de inseguridades y confusiones como de la peligrosa sospecha de imparcialidad que, como una “Espada de Damocles”, cuelga sobre aquellos que defienden su dictamen en juicio.