Entre los operadores jurídicos nadie duda de la importancia de la prueba pericial, pues puede afirmarse, sin temor a equivocarse, que cuando en un juicio se ha propuesto la prueba pericial, el resultado del pleito dependerá en gran parte de dicha pericia. A pesar de tal concienciación, lo cierto es que los abogados solemos detenernos poco en el proceso de elección del perito, limitándonos generalmente a seguir la recomendación de algún colega o del propio cliente. Sin embargo, como todas las cuestiones relativas a la preparación del juicio, elegir al perito es una fase clave que debe llevarse a cabo con el necesario detalle y atención.

Con estos antecedentes, el presente post se dirige a ofrecer una serie de consejos para la elección del perito.

Para abordar esta materia de forma más sistemática, vamos a dividirla en dos bloques: uno primero, centrado en las decisiones que hemos de tomar durante este proceso, y un segundo, dedicado a los requisitos que debe disponer un buen perito para considerarse “elegible”.

Decisiones claves.

1º.- Comenzar la selección pronto: En cuanto seamos conscientes de que la prueba pericial será necesaria, hemos de comenzar la búsqueda del perito. Ello es fundamental, pues de esta forma dispondremos de su asesoramiento durante la mayor parte del proceso judicial, colaboración que será inestimable tanto para la elaboración de los escritos rectores del procedimiento, como para la más pronta familiarización del perito con el caso y las particularidades sobre las que tendrá que dictaminar y declarar.

2º.- Decidir el tipo de experto que necesitamos: Conocido el asunto, tendremos que decidir el tipo de perito que escogeremos, elección que, una vez determinada la materia o especialidad, deberá centrarse en la búsqueda de un técnico (cuya experiencia procede del día a día de su actividad laboral), un académico (cuyo trabajo universitario se centra en el estudio, análisis e investigación) o un perito profesional (cuya actividad es proporcionar declaración como expertos en juicio)

3º.- Investigar: No podemos conformarnos con el primer perito que nos indique nuestro cliente. Muy al contrario, sabedores de lo que está en juego, hemos de investigar en redes sociales, preguntar a nuestros compañeros, buscar entre los peritos que hayamos empleado anteriormente por el despacho y, en caso de que el cliente nos sugiera algún nombre, realizar una profunda investigación al objeto de conocer si encaja en el perfil que buscamos.

4º.- Mantener una reunión con el candidato: Realizada la preselección, es hora de conocer personalmente al perito. Esta reunión es fundamental, pues en ella le explicaremos el objeto del trabajo que necesitamos y recibiremos información verbal y no verbal que nos ayudará a decidir si seguimos adelante con su elección. La observación de su comportamiento, actitud, formas, conocimiento del tema, soltura a la hora de comunicarse, etc. nos permitirán imaginar cómo actuaría ante el juez y, así, el sentido de nuestra decisión.

5º.- Tomar la decisión de contratar sus servicios: Una vez dispongamos del candidato perfecto, hemos de comprobar si concurren en su persona los requisitos que a continuación examinaremos y, una vez ratificada la propuesta por el cliente, proceder a su contratación.

Requisitos del buen perito.

Expuesto lo anterior, abordaremos los requisitos que deberá cumplir el perito elegido, características que garantizan que a la hora de la práctica de la pericial habrá pocas sorpresas (aunque esto nunca puede asegurarse dada la incertidumbre que caracteriza todo juicio).

Conflicto de intereses: Lo primero que hemos de hacer es asegurarnos  que no existen conflictos de intereses del perito en el caso en cuestión. ¿Tiene amistad o enemistad con la parte adversa? ¿Ha trabajado o trabaja para la misma?, etc., son cuestiones que nos evitarán problemas de difícil solución cuando ya sea demasiado tarde. No es la primera vez que hemos expuesto al perito todos los pormenores del caso y, a última hora, nos enteramos que hace un par de años fue despedido por la parte adversa.

Experiencia: Hemos de conocer la experiencia del perito tanto en su área de actividad como a la hora de testificar en juicio.  Es preferible un perito con experiencia profesional o académica, porque, obviamente, esta es un grado, aunque como sabemos este no es el único factor a considerar; en cuanto a la experiencia en realizar periciales, es mejor que haya dispuesto de algunas experiencias, pues ello facilitará enormemente la preparación de la pericial y nos evitará la labor “pedagógica” que conlleva explicar al perito las singularidades de su intervención.

Habilidades de comunicación: Escribir y expresarse bien son requisitos imprescindibles de todo perito. La comunicación verbal y no verbal durante su intervención en sala serán determinantes para trasladar adecuadamente el contenido de su pericia. El perito es un mensajero de cierta información, y cuando el perito es un mal comunicador, no importará lo bueno que sea el mensaje, sencillamente, el mensaje no llegará. Por ello, debemos de asegurarnos, y esto es clave, que el perito se desenvuelve perfectamente a la hora de conversar y transmitirnos sus planteamientos.

Personalidad: La personalidad del perito puede ser determinante en una prueba pericial, especialmente si el perito es egocéntrico, arrogante displicente y lleno de si mismo, pues sin duda causará una pésima impresión en el juez o jurado. Por otro lado, una personalidad acusada puede ser muy positiva siempre que transmita convicción, fuerza y credibilidad, pues de lo contrario, mejor buscar a alguien más humilde.

Honestidad: Durante los interrogatorios el perito debe ser imparcial, lo que supone que en sus manifestaciones no debe tratar de beneficiar a la parte que lo ha contratado (en casos de perito de parte),  bien mintiendo, exagerando, no haciendo concesiones cuando se le preguntan cuestiones obvias, enfrentándose con el letrado que lo interroga, etc. Por ello, a la hora de evaluar al perito, hemos de vigilar aquellas actitudes que transmiten más picaresca que profesionalidad[1].

Reputation: Obviamente, si nuestro perito es un reputado especialista en el sector, mucho mejor para nuestra pericia, pues este extremo será indudablemente tenido en consideración por el juez o jurado. Ensayos, tratados, apariciones públicas, intervenciones en casos importantes, etc. son caldo de cultivo para disponer de una buena reputación.

Honorarios: Lógicamente, el precio de sus servicios importa, pues en ocasiones el cliente no puede permitirse determinado costo. Es pues inexcusable solicitar información sobre el montante de sus servicios para informar al cliente y que este decida.

Aceptación de la teoría del caso: Es fundamental que el perito esté de acuerdo con nuestra teoría del caso, línea de defensa o planteamiento, pues si aquél no comulga con nuestra defensa o si manifiesta dudas importantes, es obvio que dichas circunstancias puedan aparecer durante el contrainterrogatorio. A mayor compromiso profesional del perito con nuestra defensa, menores los riesgos en la práctica de la prueba.

Espero que estas líneas puedan ayudaros en la próxima ocasión a tomar una decisión de tanta importancia para el desarrollo del caso, pues actuar en esta materia de forma rutinaria y sin un plan preconcebido acrecentará el riesgo de un fiasco en sala.

 

 

 

 

[1] En el siguiente post se tratan a fondo los requisitos de un buen perito en sala: https://oscarleon.es/lo-saber-perito-interrogado/