Ya vivimos en un mundo vinculado al uso de las videoconferencias, escenario acentuado por la actual situación de pandemia. Si a ello añadimos los continuos avances en la tecnología de las comunicaciones, y muy especialmente, las últimas medidas relativas a los juicios telemáticos, podemos afirmar que los abogados hemos de estar preparados, cuanto antes, para intervenir en este nuevo contexto con la máxima eficacia.

No obstante, a nadie sorprende que el uso profesional de la videoconferencia  esté  generando en sus usuarios preocupación, cierta ansiedad, cansancio e incluso estrés, por lo que nos enfrentamos a un cambio nada sencillo, y que requerirá de todos nuestros esfuerzos para alcanzar la necesaria fluidez.

Partiendo de esta idea, en el presente post trataremos las posibles causas de dichos estados anímicos asociados al uso de la videoconferencia, pues ello es fundamental para que podamos reflexionar sobre las mismas e implementar medidas que nos ayuden a mitigarlas. En un próximo post aportaremos algunas recomendaciones para gestionar adecuadamente dichos estados negativos.

Veamos a continuación algunas de las causas a las que nos hemos referido:

Incertidumbre ante lo desconocido.

Si bien los juicios telemáticos no son una novedad, el cambio que se avecina es su más que probable extensión a un mayor número de procedimientos y jurisdicciones. Esto va a suponer una verdadera novedad para todos los abogados litigantes, y ello, indudablemente, nos va a obligar a vivir una experiencia nueva en la que tendremos que desarrollar nuevas habilidades y competencias.

Esta incertidumbre asociada a lo desconocido y a la falta de experiencia genera preocupación, angustia y, en ocasiones, temor.

Exigencia de más concentración.

La comunicación a través de videoconferencia exige mucha más concentración que una conversación presencial, y ello debido a que cuesta más trabajo procesar el significado del lenguaje no verbal a través de una pantalla, y a veces, la percepción del lenguaje del interlocutor no está claro por diversas razones como la resolución de la imagen, la calidad de la conexión o la iluminación; en definitiva, hay que estar muy concentrado durante todo el tiempo que dure el evento para tratar de comprender lo que se está viendo y escuchando, lo que nuevamente es fuente de ansiedad y con ello el temido estrés.

Necesidad de controlar aspectos tecnológicos.

Todo juicio telemático va a conllevar el dominio y control de los aspectos técnicos del sistema que vayamos a emplear, y esto significa la posibilidad de que se produzcan problemas técnicos que no solo nos impidan comenzar a tiempo, sino que la fluidez de la comunicación puede malograse por problemas vinculados al micrófono, la cámara, la conexión, etc., factores estos productores de nerviosismo y falta de concentración. De hecho, este factor ya genera una preocupación muy acusada antes del evento.

No nos gusta ser observados.

Durante las videoconferencias, y de forma específica en los juicios telemáticos,somos conscientes de que estamos siendo observados en todo momento (estamos encapsulados en una pantalla exponiendo nuestro rostro y parte superior del cuerpo continuamente),  lo que según los expertos en comunicación genera presión social y la sensación de que debemos de actuar de una determinada forma, lo cual, a su vez, genera inseguridad, nerviosismo y estrés.

No nos gusta nuestra imagen.

Según los expertos no nos gusta nuestra imagen…

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