En el contexto del juicio, uno de los momentos más delicados para el abogado es el interrogatorio de parte de su cliente. La declaración de parte —aunque esté guiada por el principio de parcialidad— puede aportar datos clave, aclaraciones relevantes y generar una impresión de solidez o de debilidad, según cómo se desarrolle.
La experiencia nos enseña que no basta con que el cliente “sepa lo que pasó” o “tenga razón”, ya que si no sabe comunicarlo correctamente, puede convertirse en un testimonio inocuo o incluso contraproducente. De hecho, muchos de los errores más comunes se agravan por la naturaleza de parte interesada del declarante: nervios, exceso de celo, lenguaje emocional, tono defensivo o desafiante…
Veamos cuáles son las conductas más peligrosas del cliente durante su interrogatorio y qué debe hacer el abogado para prevenirlas o reconducirlas, todo ello partiendo de la base de, como premisa previa para ello, es fundamental que en días anteriores el abogado haya explicado al cliente con detalle en qué consiste un juicio (interrogatorios, testigos, informe); cual es el papel que va a desempeñar en el juicio (interrogatorio, en su caso); la duración del mismo y cómo es el espacio físico de la sala de vistas, pues dejar dicha labor para los prolegómenos de la vista es, a mi juicio, un error, máxime cuando una información de este tipo a tiempo puede ayudarlo a mentalizarse y ganar en tranquilidad.
El cliente se explaya demasiado
Una de las conductas más frecuentes es la del cliente que, queriendo “explicarlo todo”, acaba hablando más de la cuenta cuanto es interrogado por el abogado adverso. A menudo, trata de justificarse, anticipar argumentos o introducir hechos que nadie le ha preguntado. Esto puede dar lugar a respuestas ambiguas, contradicciones involuntarias o pérdida de control del relato. Además, brinda al abogado contrario la oportunidad de atacarlo desde múltiples flancos.
En estos casos, durante el interrogatorio adverso, la instrucción debe ser clara: “responda a lo que se le pregunte, de forma concisa y directa”, lo que no excluye la explicación si es necesaria. Durante nuestro interrogatorio, debe prevalecer la regla que establece que el interrogado debe explicar “lo que vale y no todo lo que sabe”, y si el cliente se desvía, es conveniente intervenir —cuando el contexto lo permita— para reconducirlo o matizar.
El cliente declara con nerviosismo o se bloquea
Aunque conozca perfectamente los hechos, el entorno judicial puede abrumar al cliente. Los nervios pueden provocar lagunas, errores o respuestas dubitativas que dañan su imagen de veracidad. Un cliente inseguro transmite debilidad, y el tribunal puede percibirlo como poco fiable o poco convencido de su propia versión.
El abogado debe preparar al cliente no solo en el contenido, sino en la forma. Realizar simulaciones, exponerle posibles preguntas incómodas, familiarizarle con la dinámica del juicio y enseñarle a respirar, pausar y pensar antes de responder. La serenidad es una de las mejores armas en sala.
Una técnica interesante, muy útil cuando las vistas van con cierto retraso, es entrar con el cliente y permitirle que presencie algunas audiencias previas o juicios. ¡Mano de Santo! El cliente se familiariza en vivo con todos los aspectos de la celebración del juicio y así desmitifica todas aquellas ideas preconcebidas que traía al respecto sobre el acto y sobre el auditorio (especialmente el juez). Yo lo he practicado en diversas ocasiones y produce un efecto favorable en la confianza del cliente.
El cliente utiliza un tono inapropiado
Al ser parte en el conflicto, es habitual que el cliente tenga una carga emocional que puede aflorar en su declaración: tono airado, victimismo, ironía, desprecio hacia la parte contraria o incluso desdén hacia el tribunal. Estas actitudes proyectan una imagen de parcialidad, resentimiento o desequilibrio emocional, perjudicando la credibilidad del testimonio.
Por todo lo anterior, es fundamental entrenarle para mantener una actitud respetuosa, objetiva y contenida, incluso cuando hable de hechos dolorosos o injustos. No debe perder de vista que se dirige a un tribunal que espera racionalidad, no emociones desbordadas.
El cliente discute con el abogado contrario
Este error es tan común como peligroso. El cliente entra en discusión directa con el letrado que lo contrainterroga, responde con hostilidad, interrumpe o se pone a la defensiva. Además de vulnerar las formas, transmite la impresión de que oculta algo o que no tiene control de su versión de los hechos.
Aquí hay que ser claro y directo: «No discuta con el abogado contrario. Responda con calma, aunque la pregunta le moleste o no esté de acuerdo». El cliente debe entender que la forma de ganar credibilidad es mostrar entereza y serenidad, no enfrentarse.
El cliente da la impresión de “actuar”
En ocasiones, el cliente quiere “hacerlo tan bien” que sobreactúa. Usa frases aprendidas de memoria, muestra una falsa serenidad impostada o busca constantemente la aprobación del abogado. El riesgo aquí es que el tribunal perciba el testimonio como ensayado o poco espontáneo, perdiendo valor probatorio.
Aquí hay que invitarle a preparar, sí, pero no mecanizar. El cliente debe conocer los hechos y cómo contarlos, pero con naturalidad, sinceridad y autenticidad. No se trata de actuar, sino de declarar con convicción. Por otro lado, no podemos obviar la recomendación de que queda terminantemente prohibido que nos mire o busque nuestra aprobación.
El interrogatorio de parte es una oportunidad valiosa, pero también una prueba de fuego. El cliente que declara mal puede entorpecer incluso la mejor estrategia procesal. Por eso, el abogado no puede confiarse y debe preparar a su cliente no solo en el contenido de su declaración, sino también en su actitud, tono y comportamiento.
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4 comments
Magistral Óscar. Me sirve para mejorar mi «entrevista preparatoria» en la que abordo con el cliente su intervención en sala un par de días antes de la vista. Tú post me sirve para afianzar y sobretodo mejorar mi método. Mil gracias, compañero.
¡¡Muchas gracias Teresa y mucha suerte!!
Magnífico artículo, Óscar. Me ha parecido especialmente valioso cómo subrayas la importancia de preparar al cliente no solo en el contenido de su declaración, sino en el tono, la actitud y hasta en su lenguaje no verbal. La idea de familiarizarle con la sala asistiendo a otros juicios me parece una técnica brillante y práctica: ayuda a reducir miedos, desmitificar el juicio y aumentar su confianza.
También es fundamental tu consejo de que el cliente no busque nuestra aprobación en sala, ni sobreactúe como si estuviera “ensayando un papel”, porque efectivamente, eso resta espontaneidad y puede perjudicar la credibilidad. La clave está, como bien dices, en la preparación con naturalidad, sin mecanizar las respuestas.
Por último, me parece acertadísimo el recordatorio de que el cliente debe centrarse en responder lo que se le pregunta, de forma clara y concisa, evitando divagaciones que puedan ser un regalo para el abogado contrario.
Gracias por compartir estas estrategias tan prácticas y tan bien fundamentadas. ¡Un artículo para releer y aplicar en nuestra práctica diaria!
Muchas gracias Cristina!! Espero que todo vaya muy bien por ahí arriba. Abrazos.