El empleo de la hoja de encargo al comienzo de la relación profesional entre el abogado y el cliente constituye una materia ciertamente controvertida, pues si bien esta práctica goza del beneplácito de la normativa estatutaria y deontológica, organizaciones colegiales y de la regulación establecida en la Carta de los derechos de los ciudadanos ante la Justicia, lo cierto es que entre los compañeros existe todavía una oposición, reducida, pero contumaz, al uso de la misma.
Las razones son diversas: temor a la pérdida del cliente al conocer el importe de los honorarios, dificultad de evaluar al principio del encargo el coste del mismo, renuencia del propio cliente a hablar de honorarios al principio de la relación e, incluso, la propia pereza del propio profesional a dedicar inicialmente tiempo a esta tarea.
Tal y como he mantenido en anteriores colaboraciones,…
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