La palabra entusiasmo, que procede del griego enzeos (endiosado) y del latín enthous (inspirado por los dioses), está compuesto por “en” (en) y “Theos” (Dios), etimología que ya nos anuncia el significado de entusiasmo como exaltación o excitación del ánimo provocado por una cosa que nos cautiva, o el fervor, ardor o afán al hacer algo.
Así entendido, ya podemos afirmar que el entusiasmo es un elemento fundamental en el quehacer diario del abogado y muy especialmente en el del abogado litigante, aspecto que a continuación pretendemos examinar.
El entusiasmo del abogado litigante no es más que su absoluta compenetración con la materia objeto de su intervención, afinidad que puede asimilarse a una especie de amor y pasión por la misma, y que viene precedido por su riguroso conocimiento, estudio y preparación en unas condiciones anímicas favorables.
El entusiasmo tiene para el abogado innumerables consecuencias positivas entre las que destacaremos las siguientes:
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