La próxima entrada en vigor del requisito de procedibilidad de intentar un Método Alternativo de Solución de Conflictos (MASC) conforme establece la Ley de Eficiencia Procesal, traerá consigo un cambio paradigmático en la forma en que los abogados debemos abordar el ejercicio de nuestra profesión. Esta reforma, que busca descongestionar los tribunales y fomentar una resolución más ágil y consensuada de los conflictos, supondrá un auténtico reto y una oportunidad para adaptarnos a un nuevo escenario que demandará cambios significativos en nuestra práctica profesional.

Es objeto de este post examinar algunos de los impactos que tendrá la nueva regulación en nuestro ejercicio profesional.

Hasta ahora, la práctica de muchos abogados se ha centrado principalmente en la litigación como la vía habitual para resolver los conflictos de nuestros clientes. La llegada de este requisito de procedibilidad, sin embargo, nos obliga a replantear este enfoque y a incorporar de manera efectiva los MASC como un paso previo indispensable antes de acudir a los tribunales. La obligatoriedad de intentar una mediación, conciliación u otros mecanismos similares no es solo un cambio normativo, sino también una invitación a redescubrir el verdadero significado de nuestra función como abogados: ser facilitadores de soluciones.

Uno de los primeros impactos que tendremos que afrontar será el de adquirir y desarrollar competencias específicas en el manejo de los MASC. Ya no bastará con dominar las técnicas procesales y argumentativas que nos permiten defender eficazmente los intereses de nuestros clientes en juicio; ahora también deberemos ser capaces de identificar las mejores estrategias para resolver un conflicto sin necesidad de litigar. Esto implica conocer los principios y técnicas de la negociación, así como las herramientas necesarias para asesorar a nuestros clientes sobre las ventajas y desventajas de los diversos medios establecidos legalmente.

Por otro lado, esta transformación también impactará en nuestra relación con los clientes. Será imprescindible educarlos sobre la importancia y las posibilidades que ofrecen los MASC, ya que muchos de ellos siguen viendo la vía judicial como la única forma legítima de resolver sus controversias. Explicarles que un acuerdo puede ser tanto o más beneficioso que una sentencia judicial, tanto en términos económicos como emocionales, será una tarea clave para generar confianza y facilitar el éxito de este nuevo modelo.

Asimismo, los despachos deberán adaptarse estructuralmente a estas exigencias. Incorporar profesionales especializados en MASC o formar equipos internos que puedan atender estos procesos de manera eficiente será una necesidad. También será vital establecer protocolos claros para determinar la forma de actuación a la hora de gestionar un acuerdo en función de las posibilidades reales del asunto (favorables o desfavorables), asegurando así que la estrategia elegida sea siempre la más adecuada para el cliente y el caso en cuestión.

Un aspecto que no podemos pasar por alto es el cambio en la percepción que el sistema judicial y la sociedad tienen de los abogados. Este nuevo enfoque nos posiciona como profesionales más comprometidos con la resolución efectiva de los conflictos, capaces de aportar soluciones creativas y adaptadas a las necesidades reales de las partes. Esto, a su vez, puede contribuir a mejorar la imagen de nuestra profesión, mostrando que no somos simples litigantes (percepción muy extendida), sino verdaderos gestores de conflictos.

En definitiva, la entrada en vigor del requisito de procedibilidad de intentar un MASC marcará un antes y un después en nuestra profesión. Es momento de prepararnos, de formarnos y de asumir el reto con determinación. Porque el cambio no es solo inevitable, sino también necesario para construir una abogacía más moderna, eficaz y alineada con las demandas de la sociedad actual.

Concluir señalando que en el arte de la abogacía, no basta con conocer la ley si se ignora el lenguaje del entendimiento. La negociación es el puente entre el conflicto y la solución, y quien no domina sus herramientas, limita su capacidad de servir a la justicia. El abogado que se forma en negociación no solo resuelve casos, sino que también construye caminos de paz. En un mundo donde el litigio consume tiempo y recursos, la habilidad de encontrar acuerdos es la verdadera marca del profesional moderno, porque la excelencia jurídica no está en la confrontación, sino en la sabiduría de evitarla.

Si estás interesado en mi último libro LA ESENCIA DE LA ABOGACIA EN 365 REFLEXIONES puedes informarte en el enlace https://oscarleon.es/mis-libros/