El dominio de la oratoria forense constituye uno de los pilares en el ejercicio de la abogacía, especialmente en el contexto de los juicios, donde la comunicación eficaz es esencial para presentar argumentos, interrogar testigos y convencer al tribunal. Para el abogado, el dominio de la asertividad es un recurso clave, pues le permite defender sus argumentos con firmeza, respetando sus propios derechos y los de sus interlocutores sin caer en actitudes agresivas o sumisas. La asertividad en el contexto judicial potencia la capacidad de transmitir ideas y convencer de manera efectiva, cualidades fundamentales para una defensa sólida y respetuosa.

La asertividad se define como la habilidad de defender los propios derechos y expresar opiniones de manera clara, sin agredir ni manipular a los demás. Para el abogado, ser asertivo significa presentar sus argumentos y puntos de vista con seguridad y respeto, creando un entorno de comunicación adecuado. Este enfoque evita la agresividad y promueve una relación respetuosa con el tribunal y las demás partes del juicio. La asertividad ayuda igualmente al abogado a gestionar sus emociones y proyectar una imagen profesional, aspectos que resultan especialmente valiosos en un juicio.

Veamos  a continuación algunos de los beneficios que puede ofrecer la asertividad al profesional:

Expresión clara y respetuosa de los argumentos: la asertividad permite al abogado comunicar sus argumentos de manera clara y estructurada, sin recurrir a expresiones agresivas ni evasivas. Esto facilita que jueces y jurados comprendan sus puntos de vista y los consideren con objetividad. Un abogado asertivo evita el uso de lenguaje ambiguo y se enfoca en transmitir sus ideas de forma respetuosa pero directa, lo cual refuerza la percepción de profesionalismo y seguridad en su papel.

Control emocional ante situaciones de tensión: los juicios suelen implicar momentos de tensión, en los cuales es común que las emociones puedan influir en el tono y las reacciones del abogado. La asertividad ayuda a gestionar estas emociones, permitiendo que el abogado mantenga la calma y la coherencia incluso en situaciones difíciles. El autocontrol le ayuda a evitar respuestas impulsivas o agresivas que podrían afectar negativamente la percepción que el tribunal tiene de él y, por extensión, de su caso.

Escucha activa y respuesta constructiva: ser asertivo no solo implica saber hablar, sino también saber escuchar. Un abogado asertivo presta atención activa a las preguntas, objeciones y comentarios de todas las partes implicadas en el juicio. Al escuchar con respeto y responder de manera constructiva, el abogado evita respuestas defensivas o agresivas, y en su lugar ofrece réplicas que demuestran comprensión y fortalecen su posición ante el tribunal.

Dominio del lenguaje corporal: la oratoria del abogado no se limita a las palabras, sino que incluye el lenguaje no verbal, como la postura, los gestos y el contacto visual. La asertividad también se manifiesta en una postura abierta, firme y respetuosa. Este control sobre el lenguaje corporal contribuye a que el abogado proyecte seguridad sin parecer agresivo, lo cual refuerza su credibilidad y mantiene un ambiente de respeto en la sala de audiencias.

Defensa de la posición del cliente sin agresión: en muchas ocasiones, el abogado deberá confrontar posiciones opuestas a las de su cliente. La asertividad le permite expresar su desacuerdo y defender sus argumentos sin menospreciar ni descalificar a la otra parte. Esto resulta especialmente importante en la interacción con el juez y la contraparte, donde una actitud hostil podría perjudicar la impresión general del caso. Al evitar la agresividad y optar por una defensa firme y respetuosa, el abogado asertivo refuerza la solidez de sus argumentos y protege los intereses de su cliente.

El desarrollo de la asertividad en la oratoria del abogado puede emplear ciertas herramientas prácticas, muchas de ellas aplicadas en el campo de la psicología:

Uso de lenguaje directo: Emplear frases como “me siento”, “pienso”, “prefiero”, o “quiero” permite que el abogado exprese sus puntos de vista con claridad y sin ambigüedad.

Refuerzo positivo y expresión de aprecio: Utilizar frases de reconocimiento ante los puntos válidos planteados por la contraparte demuestra respeto y profesionalismo, generando un ambiente más propicio para el diálogo.

Expresión de emociones de manera controlada: En situaciones conflictivas, manifestar las emociones con frases como “me siento frustrado” o “me preocupa que…” permite que el abogado gestione sus sentimientos sin perder el control ni afectar el tono de la comunicación.

En conclusión, la asertividad es una herramienta invaluable en la oratoria del abogado, ya que le permite defender sus puntos de vista con seguridad y respeto. Un abogado asertivo comunica con claridad, gestiona sus emociones y responde de manera constructiva, proyectando una imagen profesional y confiable ante el tribunal. En el ejercicio de la abogacía, donde se deben enfrentar retos complejos y a menudo conflictivos, la asertividad no solo fortalece la comunicación, sino que dignifica el rol del abogado como defensor de los derechos de sus clientes y como promotor de la justicia.