Los defectos más habituales del abogado durante el interrogatorio del perito
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Acorde con la naturaleza del propio interrogatorio, en el que el abogado examina tanto al perito que su parte ha propuesto como al propuesto de contrario, el enfoque que todo abogado debe realizar respecto de esta prueba tendrá que llevarse a cabo bajo dos perspectivas distintas: una primera, en la que mantendrá una relación permanente y fluida con el perito propuesto por su parte, y otra, inexistente, con el perito adverso. Estas dos perspectivas van a condicionar notablemente la actuación del abogado durante todas las fases del juicio, es decir, tanto durante las fases de estudio y preparación, como durante la ejecución del interrogatorio y la valoración probatoria durante el alegato final.
En el presente post vamos a examinar los defectos más habituales en los que podemos incurrir los abogados en dichas fases de la prueba pericial, y que sin duda menoscabarán la eficacia de la prueba. Conocer estas debilidades, o aun conociéndolas saber concienciarnos de las mismas, podrá ayudarnos a mejorar nuestras destrezas.
Falta de preparación: La falta de preparación del abogado constituye el defecto más grave en relación con la práctica de esta prueba. Y cuando hablamos de preparación nos estamos refiriendo no sólo a un necesario conocimiento profundo del caso, sino igualmente del dictamen pericial y de la cualificación (académica y profesional del perito), pues dicho conocimiento es imprescindible para decidir qué objetivos vamos a tratar de alcanzar con el interrogatorio y para, en su caso, la organización del mismo estableciendo la mejor línea estratégica.
Desconocimiento del proceso: Un abogado litigante que desconozca o no tenga claras las normas procesales aplicables al interrogatorio del perito corre un riesgo muy alto de efectuar una intervención poco eficaz, pues es requisito indispensable que, ante cualquier incidencia o situación imprevista, sepa reaccionar en el proceso aplicando la norma procesal que corresponda.
Falta de atención: Si durante el interrogatorio el abogado pierde o no mantiene la atención a todo lo que ocurre a su alrededor (del perito, del juez, del abogado contrario, etc.), acabará perdiendo el control del mismo, que pasará a manos del perito.
Comportamiento agresivo: al realizar el interrogatorio del perito, y especialmente del perito propuesto de adverso, perder las formas pasando a un comportamiento hostil tanto en el lenguaje verbal como no verbal, no conduce absolutamente a nada, pues el perito se cerrará en bandas y será prácticamente imposible obtener un resultado positivo. Ante un perito sólo cabe una aproximación seria, pero sobre todo respetuosa.
Comunicación deficiente: Un abogado que comunica de forma defectuosa se convierte en un mensajero de una información que, por muy buena que esta sea, nunca llegará correctamente a su destino. Para interrogar, y más a un perito que domina la materia sobre la que está interviniendo, no podemos emplear un lenguaje poco claro, complejo, desordenado e incoherente, pues éste, no solo no se entenderá por el perito contrario, sino, lo que es peor, por el perito presentado por nuestra parte.
Falta de autoridad: Si el abogado durante el interrogatorio transmite poca confianza y seguridad, bien porque titubea, duda, etc. o porque se constata que desconoce a fondo los aspectos esenciales de la pericia y de la materia sobre la que interroga, perderá inmediatamente el control del interrogatorio en favor del perito, con todo lo negativo que ello representa.
Especialmente en el contrainterrogatorio, el abogado necesita transmitir autoridad, es decir, respeto a resultas del conocimiento sin fisuras de los hechos debatidos, del testigo y del contexto en el que se desarrolla el interrogatorio. De esta forma, estará garantizado el control del testigo.
Falta de humildad: Todo abogado debe conocer sus fortalezas y debilidades al interrogar, y muy especialmente éstas, pues cuando va a afrontar el interrogatorio del perito, hay que ser muy prudente y saber hasta dónde y cómo podemos llegar en nuestra estrategia. Por ello, en el contrainterrogatorio el abogado debe ser más cauto que temerario y, para ello, hay que disponer de la necesaria humildad.
Desconocer las técnicas de litigación: Las técnicas de litigación están constituidas por los procesos de comunicación y argumentación seguidos por el abogado en los que, empleando contenidos procesales y materiales, técnicas importadas de los usos forenses, la oratoria, psicología forense y otras disciplinas, transmitirá la credibilidad de su pretensión a través de la elaboración y exposición de unas líneas de defensa solventes. Pues bien, estas técnicas ofrecen al abogado numerosas herramientas que le ayudarán a realizar un interrogatorio eficaz. Carecer de las mismas supone una clara merma forense.
En definitiva, un abogado debe evitar estos defectos trabajando sobre ellos y convirtiéndolos en verdaderas fortalezas que le permitan afrontar la prueba pericial con garantías.