«Nada grande se ha hecho en el mundo sin una gran pasión», decía Georg Wilhelm Friedrich Hegel. Esta máxima, que habla de la pasión como motor esencial para alcanzar grandes logros, tiene una aplicación directa en la abogacía, pues la nuestra, no es una profesión que permita la tibieza, la indiferencia o la falta de creencia en lo que se defiende, de lo que se colige que la convicción un ingrediente esencial para transmitir credibilidad, persuadir y generar confianza, ya sea ante un juez, un tribunal o en una mesa de negociación.
La abogacía no es un ejercicio puramente técnico, ya que si bien los conocimientos jurídicos, el estudio y la preparación son imprescindibles, hay un elemento intangible que marca la diferencia entre un abogado efectivo y uno excepcional: la capacidad de transmitir la certeza de que lo que está defendiendo merece ser escuchado y atendido.
En un entorno donde los casos rara vez son blancos o negros, donde los matices, las contradicciones y las circunstancias complejas abundan, el abogado debe ser consciente de que el control total sobre todas las variables es un ideal inalcanzable. Sin embargo, desde el momento en que asume la representación de un cliente, tiene la responsabilidad de creer firmemente en la validez de su argumento y en la justicia de su causa. Esta convicción no solo inspirará confianza en el cliente, sino que también se refleja en cada acción del abogado, potenciando su impacto.
En una negociación, la convicción puede ser la diferencia entre llegar a un acuerdo favorable o quedarse corto en los objetivos planteados. Cuando un abogado está firmemente convencido de su posición, transmite seguridad, lo que a menudo obliga a la otra parte a reconsiderar su postura o ceder en aspectos claves. Incluso en situaciones donde las probabilidades pueden no ser del todo favorables, la firmeza y la pasión pueden inclinar la balanza hacia un resultado más beneficioso.
En un juicio, la convicción del abogado es igualmente fundamental para persuadir a los jueces. El lenguaje corporal, el tono de voz, la claridad en la exposición de los argumentos y la forma en que se abordan los puntos complejos o controversiales están impregnados de esa certeza interna. La autenticidad que surge de la creencia genuina en la causa es algo que ni siquiera la técnica más depurada puede reemplazar.
Es cierto que los asuntos jurídicos son, en su mayoría, una combinación de factores donde pocas veces existe una verdad absoluta. Sin embargo, reconocer estos matices no debe ser un obstáculo para abrazar la causa que se representa con determinación. En lugar de debilitar la posición del abogado, esta comprensión le permitirá abordar el caso con una estrategia más sólida y adaptativa, fortaleciendo su capacidad de argumentación y su habilidad para anticiparse a los movimientos de la contraparte.
Finalmente, el cliente también se beneficiará directamente de esta actitud. Un abogado convencido de lo que defiende no solo lucha con mayor eficacia, sino que también genera tranquilidad y confianza en quien ha depositado el caso en sus manos.
Creer firmemente en lo que se defiende no implica desconocer las debilidades de un caso. Al contrario, un abogado comprometido es aquel que, conociendo todos los ángulos de la situación, encuentra la forma de convertir las debilidades en oportunidades y de acentuar las fortalezas. Esa actitud no perjudica; al contrario, siempre beneficia, porque imprime una energía extra en cada intervención.
La abogacía es una profesión que exige mucho más que conocimiento. Exige pasión, dedicación y, sobre todo, convicción. Como dijo Couture: «Si el defensor fuera vacilante y escéptico después de haber aceptado la defensa, ya no sería defensor. La lucha judicial es una lucha de aserciones y no de vacilaciones. La duda es para antes y no para después de haber aceptado la causa». Esta confianza, aplicada a la abogacía, se traduce en la certeza de que lo que se defiende merece ser defendido con todas las herramientas posibles.
Para el abogado que entienda esto, no hay causa pequeña ni caso imposible. Cada asunto es una oportunidad de poner a prueba su compromiso y de demostrar que, cuando se actúa con convicción, las posibilidades de éxito aumentan exponencialmente.
Os deseo a todos unas Felices Navidades y un próspero año nuevo.
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