Hace un par de semanas, tras una reunión con un cliente (representante de una empresa), le envíe por correo electrónico un presupuesto para la prestación de un servicio relativo al ejercicio de una acción judicial. Pasaron los días y no me contestaba, por lo que al cabo de un par de semanas telefoneé a fin de que me informaran sobre si les había llegado el mismo y, en su caso, si habían tomado alguna decisión. La respuesta que obtuve fue que sí, que les había llegado, pero que mi presupuesto, junto con otros dos que habían solicitado, estaban en la mesa del responsable para tomar una decisión al respecto.

Esta situación, excepcional hace unos años, está comenzando a producirse en los despachos con mayor frecuencia, lo que, en mi opinión, trae su causa en el cambio que se ha generado en la mentalidad y forma de actuar del cliente en los últimos años, giro debido tanto a los cambios y avances tecnológicos como a la propia crisis económica sufrida a escala internacional.

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