En el anterior post nos centramos en exponer la diferencia entre hacer un trabajo de calidad y en dar un servicio de calidad, concluyendo que lo que el cliente percibe es la calidad del servicio, dado que es incapaz de juzgar y calibrar la excelencia de nuestro trabajo. Por ello, el abogado, cuando interactúa con un cliente, debe considerar que su trabajo no puede aislarse de otras circunstancias que el cliente va a percibir y valorar para determinar su grado de satisfacción.

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