Cuando un cliente pretende contratar los servicios profesionales de un abogado se encuentra en una situación no deseada, ya que algo le hace sentirse incómodo, preocupado e impaciente ante la perspectiva de ceder a un tercero una parcela de su intimidad, máxime, cuando desconoce desde un principio como funciona el proceso de contratación y las peculiaridades del servicio. A tal tesitura surgirán en su mente prejuicios y creencias de contenido claramente negativo. ¿Cuánto me costará la broma? ¿Y si se demora más de la cuenta? ¿Qué pasa si o lo hace mal? ¿Será honesto conmigo se va a aprovechar de mi situación?, etc…

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