Es un hecho indiscutible que la actual crisis económica está afectando a los despachos de abogados, de forma que a la reducción de clientes, motivada por la falta de capacidad económica y el temor de éstos a aventurarse en nuevos proyectos, se une el incremento de los días de cobro de nuestros honorarios (algo impensable en un sector que tradicionalmente ha cobrado bien) y el riesgo de impago de nuestros clientes.

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