Ayer me comentó un compañero que en el despacho teníamos un horario un tanto extraño. Al parecer, había estado llamando sobre las 18,30 y le saltó el contestador informándole que nuestro horario era de 8 a 14 horas y de 15,30 a 18 horas de lunes a jueves y el viernes, por la mañana. Conociendo perfectamente los reparos que en la profesión tiene un horario de estas características, le expliqué con detalle las razones de nuestra decisión y los beneficios obtenidos con dicha medida. Supuestamente, quedó convencido de las bondades de nuestra elección, si bien, por ahora, él seguiría con el de siempre (de 9 a 14 y de 17 a 21).

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