Tribuna | Febrero 2014

La semana pasada tuve una visita de una joven licenciado, hijo de un amigo, que deseaba informarse sobre el ejercicio de la profesión de abogado. Durante la conversación surgieron, cómo no, los aspectos que hacen de nuestro trabajo una actividad compleja, difícil y muy sacrificada. Como es natural, le expuse el tema de forma general, siendo realista pero cuidando de insuflarle ánimos e ilusión explicándole que con las habilidades adecuadas y con la ayuda de la vocación las dificultades se superan, pudiendo alcanzar altas cotas de satisfacción.

 

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