No es extraño que a lo largo de la carrera profesional de un abogado surjan situaciones en las que un nuevo cliente, durante el primer encuentro, censure la actuación o conducta de su anterior letrado, proceder que sería el que habría justificado la retirada del expediente y el cambio de profesional.
En estas ocasiones las censuras van desde la queja por falta de atención o preparación, hasta la imputación de conductas infractoras de normas deontológicas, negligencia o, en el peor de los casos, la imputación de una actividad delictiva (incluyéndose en este capítulo tanto conductas que afectan tanto al patrimonio del cliente como a la deslealtad profesional del abogado).
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