Indudablemente, los denominados juicios telemáticos van a condicionar notablemente la práctica de los interrogatorios de parte, testigos y peritos. Este nuevo escenario debe hacernos reflexionar sobre la necesidad de trabajar sobre aquellos aspectos que puedan ayudarnos a comprender dichas limitaciones, y a dotarnos de habilidades y recursos para, en la medida de lo posible, superarlos.
Acorde con lo anterior, este post pretende destacar el “por qué” de dichos condicionantes, o lo que es lo mismo, examinar aquellos elementos asociados a la comunicación virtual del juicio que tanto van a influir en anunciada dinámica de los interrogatorios.
Para ello, hemos de partir de la base de la conocida como “Guía con recomendaciones para la celebración de los juicios telemáticos”, elaborada por el Ministerio de Justicia, y que contiene una serie de recomendaciones para la celebración de los juicios telemáticos. La guía, al referirse a las actuaciones externas, señala que el juez o tribunal deberá quedar constituido en su propia sede, mientras que los miembros del ministerio fiscal, abogados, procuradores y graduados sociales podrían intervenir desde sus dependencias oficiales o despachos profesionales cuando no sea requerida su presencia física por el órgano judicial. Finalmente, las partes, testigos y peritos, deberán realizarlo en una dependencia judicial, ya sea la propia del órgano en el que se desarrolle el acto u otra más cercana al lugar de residencia de quien intervenga en él.
Conforme a la ubicación indicada (el abogado en su despacho y las partes, testigos y peritos en la dependencia judicial), ya podemos entrar en la exposición de los referidos condicionantes:
1º. – Comunicación verbal: El lenguaje verbal, en ocasiones, no va a llegar al testigo con la misma claridad que de forma presencial, puesto que está condicionado por el buen funcionamiento de aspectos técnicos que pueden interferir en la comunicación (pérdida de comunicación, problemas de visión y sonido, iluminación, etc.), perdiéndose el detalle del proceso de comunicación o reduciéndose la capacidad de percepción del oyente, lo que genera situaciones complejas; obviamente, lo mismo puede predicarse de las respuestas del testigo.
2º. – Comunicación no verbal: En los juicios telemáticos la fisonomía del interlocutor que se va a visualizar en pantalla será el rostro, la parte superior del cuerpo y las manos (en el mejor de los escenarios), por lo que se perderán importantes detalles del lenguaje no verbal que se dan en toda comunicación presencial, y, en consecuencia, habrá que trabajar duro en procesar las pistas no verbales como las expresiones, tono, y lenguaje no verbal. Si tenemos en cuenta la forma en la que declaran los testigos presencialmente (de pie y mostrando todo su cuerpo), comprenderemos la importancia de los rasgos del lenguaje no verbal que se pierden en los juicios virtuales.
3º.- Riesgo de pérdida de atención: Está demostrado por diversos estudios que la comunicación telemática produce una aparición más prematura de cansancio y agotamiento que en la presencial, lo que motiva que, en ocasiones, tanto el emisor como el oyente vean como su atención se reduce o pierde. Por otro lado, el estar en comunicación con cuatro o cinco rostros de forma simultánea, es otro factor que puede hacernos perder la concentración, y no podemos olvidar que durante un interrogatorio la falta de atención va a ser penalizada.
4º.- Relajación del testigo: El contexto en el que se declara (desde el despacho, para el abogado, o desde una sala establecida al efecto para los testigos, partes, etc.), va a provocar que, al estar el testigo distanciado físicamente de quien lo interroga y de la presencia del juez y de la sala de justicia, es posible que el aquel se encuentre más relajado y confiado, existiendo mayor riesgo de que se aleje de la verdad en su declaración.
Expuesto lo anterior, será fundamental no sólo conocer estas limitaciones e interiorizarlas, sino disponer de herramientas que nos ayuden a manejarnos con soltura y eficacia en este entorno tan complejo que, sin lugar a dudas, ha venido para quedarse.
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