La pérdida de un cliente como consecuencia de su decisión de cambiar de abogado es otro de los “malos momentos” de nuestra profesión. Si bien afortunadamente no es algo frecuente, tampoco resulta extraño que un abogado con amplia experiencia haya vivido tal circunstancia y, como es lógico y natural, constituye una situación verdaderamente desagradable que todo abogado debe estar preparado para gestionar adecuadamente, pues nuestra preparación ante estas situaciones nos ayudará, no sólo a soportar con más desenvoltura esta experiencia negativa, sino a aportar eficacia y responsabilidad a una situación que, de no estar preparados, puede producir diversos daños colaterales.

Continuar leyendo en legaltoday.com