Consecuencia de la contradicción latente en nuestra actividad profesional, nuestro ejercicio profesional discurre en un escenario en el que los problemas, obstáculos e inconvenientes a los que nos enfrentamos conducen unas veces al éxito del profesional y otras al fracaso, reparto de suertes a veces tan aleatoria, que no existe abogado que no haya disfrutado o padecido ambas experiencias.

Si bien nadie duda de esta realidad, lo cierto es que la percepción con la que recibamos ambas situaciones será la que determinará en gran parte nuestro devenir profesional, pues un excesivo recelo, temor y frustración ante el fracaso puede causarnos un perjuicio irreparable en nuestra práctica profesional.

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