¿Cómo puede el abogado realizar el Trabajo Profundo?: estrategias y rituales

En nuestro anterior post https://oscarleon.es/abogados-y-las-tecnicas-del-trabajo-profundo-concentrarse-para-ser-mejores/  abordamos el denominado Trabajo Profundo, objeto del libro de Cal Newport  Céntrate (Deep work). Las cuatro reglas para el éxito en la era de la distracción (Península), aproximación realizada desde la perspectiva del trabajo que desarrollamos los abogados. En dicha entrada expusimos los conceptos y diferencias entre el Trabajo Profundo (TP) y el Trabajo Superficial (TS),  mostramos los beneficios del TP y, finalmente, destacamos las competencias y capacidades esenciales para llevar a cabo con éxito el TP.

Partiendo del TP (actividades profesionales que se llevan a cabo en un estado de concentración desprovisto de distracciones, de tal manera que las capacidades cognitivas llegan a su límite máximo) en contraposición al TS (formado por tareas que no son exigentes desde el punto de vista cognitivo, tareas de tipo logístico que se suelen ejecutar en medio de distracciones), me gustaría aclarar un par de dudas que han sugerido algunos lectores del primer post.

La primera, reside en que la gestión del TP no supone dedicar toda la jornada diaria al mismo (en detrimento del TS), ya que el estado de concentración que exige, no nos permitirá dedicar más que una a tres horas máximo (aunque en ocasiones puede ser superior); la segunda, es que, para el abogado, la frontera entre las actividades que integrarían el TP o el TS es borrosa y difícil de precisar, pues hay acciones, que sin ser muy exigentes desde el punto de vista cognitivo (hablar por teléfono con un cliente, responder a determinados correos, etc.) tampoco pueden considerarse actividades logísticas. Por ello, para ser lo más precisos y prácticos posibles, vamos a considerar el TP del abogado aquellas actividades que requieran una concentración y aislamiento absoluto, con el fin de implementar nuestras capacidades cognitivas al máximo. Por tanto, en esta categoría incluiríamos el estudio concienzudo de una demanda o contestación, la redacción de una demanda, contestación, querella, etc., la búsqueda y análisis de doctrina y jurisprudencia, la preparación de los interrogatorios y contrainterrogatorios, informe oral, etc.

Expuesto lo anterior, a continuación vamos a exponer algunas (no todas) de las propuestas y estrategias que expone Cal Newport para desarrollar el hábito del trabajo profundo, práctica que debe de ir más allá de las buenas intenciones, creando rutinas y rituales en la vida laboral diseñados para minimizar la cantidad de fuerza de voluntad[1] necesaria para mantenerse en un estado de concentración interrumpida.

  • Programar el TP: la programación consiste en la creación de lapsos de tiempo durante los que se realizará determinada tarea o tareas, es decir, programar el tiempo responde a la pregunta ¿cuándo se debe hacer el trabajo? Es por tanto esencial decidir, preferentemente a comienzos de la semana, cuándo pretendemos realizar el TP. Esta programación debe ser flexible, y podrá modificarse en el día a día según las circunstancias.
  • Disponer de un objetivo o meta: o lo que es lo mismo, ¿qué pretendo conseguir? es sumamente importante disponer de una meta específica a alcanzar durante el periodo de TP, meta que sabemos que nos rendirá beneficios profesionales tangibles y sustanciales, lo que generará un flujo estable de entusiasmo. Por lo tanto, al comenzar con nuestro TP hemos de ser muy conscientes de que vamos a lograr uno o varios objetivos. De este modo, nos concentraremos en lo sustancialmente importante.
  • Trabajar en un lugar apropiado: es fundamental escoger un lugar en el que evitemos las interrupciones y distracciones, por lo que si desarrollamos el TP en nuestro despacho, tendremos que adoptar las medidas necesarias para asegurarnos que no vamos a ser molestados. El silencio es esencial en la práctica del TP, lo que hace que muchos colegas opten por bibliotecas, su propia vivienda (si las circunstancias lo permiten) o incluso jugar con las horas para trabajar cuando no hay nadie más en la oficina.
  • Asignar un tiempo específico: es fundamental evaluar los tiempos, marcándonos un periodo concreto para que la sesión de trabajo sea un reto específico y no una carga sin límites fijos. De este modo, a la hora de programar, o incluso al comenzar el TP hemos de responder a la pregunta ¿cuánto tiempo dedicaré al TP
  • Decidir cómo voy a trabajar: este aspecto se refiere a la necesidad de establecer unas reglas y procesos fijos para aplicar durante el TP que faciliten el desarrollo del trabajo y nos permitan mantener la concentración. A modo de ejemplo destacaríamos el decidir lapsos de descanso, establecer un patrón de actividad en un intervalo de tiempo (por ejemplo, examinar determinados documentos por fases temporales), prohibirse consultar internet y correos electrónicos mientras trabajamos, silenciar el móvil y apartarlo de nuestra vista, etc.
  • Apoyar el trabajo: esta medida se refiere a la realización de acciones que favorezcan el apoyo al cerebro para que pueda funcionar con un buen nivel de profundidad, es decir, dotarlo de la energía que deberá mantenerse durante todo el proceso. Aquí Cal Newport refiere el comenzar con una buena taza de café o té u organizar el material disponible. Efectivamente, ordenar la mesa supone tanto tener a mano todo lo que vamos a necesitar como despejarla de aquello innecesario, lo que nos permitirá permanecer trabajando sin tener que levantarnos en busca de esto o aquello, y, por añadidura, evitaremos cualquier distracción.

Partiendo de la clara comprensión de la importancia del TP, estas medidas pueden facilitar una práctica exitosa cuando nos enfrentemos a tareas relevantes. Ahora bien, es preciso advertir que los anteriores rituales, como afirma el autor, deben ser experimentados, buscándose en todo momento aquellos que mejorse ajusten a nuestras necesidades.

En el próximo post, trataremos el Ritual de Cierre, un conjunto de medidas prácticas indispensables para concluir nuestra jornada maximizando los beneficios de nuestro trabajo diario.

[1] Disponemos de una cantidad finita de fuerza de voluntad que disminuye a medida que la usamos (Baumeister).