La preparación del juicio oral suele asociarse con el estudio técnico del caso por parte del abogado, de modo que si llevamos atados todos los cabos de hecho y de derecho nuestra mejor defensa está garantizada. Si bien esto es cierto, no podemos olvidar que la preparación del juicio tiene siempre una doble vertiente: la preparación técnica ya referida y la de aquellos aspectos formales que hemos de controlar para el desarrollo de la vista sin sobresaltos, de lo que se concluye que el abogado deberá poner todo el celo posible en la cumplimentación de ambas facetas.
Un claro ejemplo de lo expuesto me ocurrió en mis primeros años de ejercicio profesional en un juicio celebrado en las antiguas magistraturas de trabajo (hoy juzgados de lo social)
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