Si bien la mayoría de los testigos manifiestan la verdad de los hechos que han constatado, lo cierto es que, en ocasiones, los abogados nos enfrentamos a testificales en las que los declarantes no ajustan su testimonio a la verdad. En unos casos, el testigo presta un testimonio falso involuntario al estar erróneamente convencido de que su percepción es la correcta; en otros, la falsedad de la declaración es voluntaria y consciente, por lo que nos encontraríamos ante los testigos falsos voluntarios o, genuinamente, testigos mendaces.

Entre este último grupo podríamos encontrar:

  • Al testigo que miente conscientemente y deliberadamente.
  • Al testigo que a resultas de distintas circunstancias se muestra poco colaborativo y reacio a alterar su testimonio inicialmente prestado, muy a pesar de que llegue a ser consciente durante el interrogatorio de la existencia de inconsistencias, errores, falta de realismo, etc. en su declaración.

Con el fin de contrarrestar estos testimonios tan dañinos para la Administración de Justicia, los abogados disponemos de una serie de técnicas que se han ido generando en el foro, fruto de la experiencia de innumerables abogados. Será objeto de nuestra colaboración, el examen de las mismas.

1.- Investigar al testigo.

El abogado, antes del juicio deberá investigar al testigo a través de la documental de la causa o el pleito, conversaciones con su cliente, uso de internet, etc. para poder determinar los posibles motivos o intereses del testigo. Si tras dichas indagaciones encontramos la existencia de una específica motivación o interés, ya es razón suficiente para establecer como objetivo del interrogatorio el ataque a su credibilidad como testigo.

2.- Estar alerta tanto respecto del testimonio como de la forma de expresarlo.

La primera regla para detectar que nos encontramos ante un testigo que pueda estar mintiendo reside en la atenta observación del mismo cuando está siendo sometido al interrogatorio directo. Si bien dicha modalidad de interrogatorio no supone un alto riesgo para el testigo (ya que estará exponiendo su versión de los hechos), lo cierto es que si estamos atentos podremos percibir algún indicio que podremos explotar en nuestro contrainterrogatorio.

Efectivamente, la psicología del testimonio nos enseña que existen diversos factores que pueden ayudarnos a conocer la credibilidad que transmite el testigo, y como explica  Carofligio, a la vista del efecto que haya causado el testigo durante el interrogatorio directo mediante la observación de una serie de indicadores, así podrá el abogado que va a interrogar acomodar su estrategia de contraexamen, moldeando la secuencia del interrogatorio con miras a que el efecto de credibilidad que hayan generado los indicadores positivos se atenúe o, al contrario, que el efecto causado por los indicadores negativos quede reforzado.

Entre los indicadores que revelan una escasa credibilidad del testigo, podemos destacar los siguientes:

  • Parecen reticentes, se expresan farragosamente o se andan con rodeos y con ambigüedad al responder a las preguntas.
  • Se expresan artificiosa o afectadamente.
  • Muestran una actitud arrogante o prepotente, o aunque solo sea polémica.
  • Propenden a la variedad y a la exageración.
  • Dan la impresión de ser vengativos, o de que les mueve el afán de revancha.
  • Parecen dados a quejarse y autocompadecerse.

Concluye Carofligio señalando que estos indicadores pueden observarse en el testigo prestando la debida atención a los siguientes factores: el modo de presentarse ante el tribunal; los rasgos de lenguaje corporal cuando interactúa con sus interlocutores en el juicio; la manera de hablar (el tono de voz, el ritmo) y cómo va articulando su relato.

Por lo tanto,  durante el interrogatorio directo, el abogado deberá estar muy atento al testigo mientras declara, tomando escasas notas, salvo aquellas que nos revelen algún sesgo que afecte a su credibilidad y que nos lleven a la falsedad o a alguna debilidad: ¿Qué se enfatiza y qué no?, ¿qué se oculta?; ¿la rapidez o lentitud con que se expone?; pausas, dudas, suspiros, tono, mirada a su abogado o a alguien en la sala, disconfort, etc.

3.- Todo o parte del testimonio se ha aprendido de memoria o con un guion muy claro.

Cuando se lleva preparada la declaración con el objetivo de no decir verdad, es muy común que el testigo disponga de un guion o incluso se haya aprendido el testimonio de memoria. En estos casos, durante el contrainterrogatorio deberemos repetir ciertas partes del testimonio para ver si lo expone clavado, si bien introduciremos cuestiones nuevas que le obliguen a rearmar el testimonio sobre la marcha, lo cual será muy complicado y podrá motivar contradicciones o incoherencias.

Esta técnica hay que emplearla con mucha prudencia, pues existe el riesgo de que la repetición sea tan natural, que esté reforzando su testimonio ya ofrecido en el directo (una de las situaciones que hay que evitar durante el contrainterrogatorio).

4.- El testigo evita responder a determinadas preguntas.

Generalmente, cuando el testigo omite responder a determinada pregunta, o lo hace a través de una respuesta evasiva, aquí disponemos de una clara señal de que el testigo nos oculta algo, por lo que en este caso la mejor técnica es insistir en que responda a la pregunta de forma directa.

5.- Suele recordar detalles que nadie recordaría de forma ordinaria o, por el contrario, recuerda muy pocos detalles.

Los detalles son relevantes para determinar la credibilidad de un testigo, puesto que cuando a pesar del tiempo transcurrido recuerda numerosos detalles de inconcebible evocación para una persona normal, podría estar mintiendo; igualmente, el recordar escasos detalles, puede ser una señal evidente de que nos encontramos ante un testimonio mendaz.

Si por otro lado consideramos que cuando un testigo miente se encuentra obligado a inventar, imaginar y crear una información inexistente a medida que expone su testimonio, lo cierto es que para alcanzar dicho objetivo tendrá que ir reelaborando continuamente su mentira e ir introduciendo detalles que sostengan la misma, tarea que no puede ser nada sencilla, ya que una realidad inexistente es difícil de construir, máxime cuando la misma está siendo cuestionada por un tercero (profesional).

Partiendo por tanto de estas ideas, la técnica adecuada en estos casos consiste en preguntar expresamente por los detalles vinculados al hecho constatado (personas, espacio, tiempo, lugar, etc.), lo que podrá lograrse con preguntas cerradas, claras y muy concretas (preguntas propias del contrainterrogatorio), pero también mediante el uso de preguntas abiertas, que si bien no son recomendables para el contrainterrogatorio, constituyen la excepción a la regla en los casos de enfrentarnos a testigos que mienten.

Las preguntas abiertas (orientadas a recibir respuestas amplias, en las que el testigo dispondrá de plena libertad y margen para generar la respuesta) son ideales para alcanzar este objetivo, pues a través de las mismas permitiremos que el testigo se extienda en su mentira con todo lujo de detalles. De este modo, no es extraño que pueda equivocarse e incurra en alguna inconsistencia, contradicción con su propia declaración, con la de otros testigos o con documentos. Igualmente, puede que, llegado el caso, suministre escasa o excesiva información sobre los detalles que nos induzcan a pensar que el testimonio es poco creíble.

6.- Suele recordar detalles, pero solo los que favorecen a la parte adversa.

En este caso, nos encontramos ante la misma situación y técnica aplicable que el anterior supuesto, solo que los detalles que recuerda (muchos) son aquellos cuya prueba beneficia a una parte y perjudica a la otra.

7.- El relato inventado suele ser fabricado de forma cronológica.

Para la mejor organización del testimonio mendaz, resulta más cómodo para el testigo ordenar sus ideas de forma cronológica, pues su capacidad de evocación y recuerdo será muy superior. Por ello, es recomendable seguir a rajatabla la recomendación de interrogar siguiendo un orden temático (ir variando los temas objeto del interrogatorio), puesto que, en tal caso, el testigo no se encontrará preparado para responder a la siguiente pregunta, lo que dificultará su capacidad de evocación y de invención. Si no podemos evitar el orden cronológico dentro de algún tema, es recomendable preguntar por detalles insustanciales rompiendo la cronología; de esta forma es más probable que aparezca alguna inconsistencia.

8.- Realizar un ataque enérgico y en profundidad contra el testimonio y aun contra la persona del testigo.

Los testigos deben ser tratados con respeto y cordialidad durante el interrogatorio, pues este debe realizarse con fluidez y un enfrentamiento u hostilidad innecesaria entre abogado y testigo no conduce absolutamente a nada. La razón de ello reside en que el testigo debe estar tranquilo, para que a través del interrogatorio podamos indagar más fácilmente hasta obtener nuestro propósito. Sin embargo, ello no impide que en determinadas circunstancias el abogado dirija un ataque enérgico y en profundidad contra el testigo, pues cuando este está mintiendo descaradamente, y el juez se percibe de ello, dicha tensión puede llevarnos a obtener sorprendentes resultados.

9.- Someter el testimonio a contradicción con otro testimonio ofrecido por él o por otro testigo que haya declarado con anterioridad: inconsistencia.

La inconsistencia de un  testimonio supone que el testigo ha realizado declaraciones previas que sugieren la incoherencia o contradicción del testimonio prestado durante el interrogatorio directo. Igualmente, la inconsistencia del testimonio puede detectarse a través de la confrontación con la declaración de otro testigo más creíble o con pruebas materiales que lo contradicen. Por tanto, la función del abogado al contrainterrogar será la de confrontar al testigo que sospechamos está mintiendo con las declaraciones previas o con declaraciones de un testigo más creíble con la realizada durante el contrainterrogatorio.

10.- Apelar al dogmatismo del testigo.

En ocasiones, cuando el testigo está mintiendo y se siente amenazado, puede que comience a actuar con soberbia o dogmatismo (una seguridad mal entendida) y tienda a enfrentarse con el interrogador o a actuar con imparcialidad al no hacer concesiones en cuestiones de hecho indiscutibles (negar lo evidente). En tales casos, el abogado deberá insistir, y sin perder el respeto al testigo, dejarlo que se evidencie dicha actitud nada atractiva para el juez, y que provocará una merma en su credibilidad.

Como hemos visto, el abogado, ante un testigo mendaz, dispone de un arsenal de herramientas para cuestionar la credibilidad del mismo y su testimonio, lo que, si no le permite desenmascarar completamente la mentira, sin duda alguna dañará dicha credibilidad.

¡Manos a la obra!

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