Tras darle muchas vueltas al asunto, Zacarías se había decidido a “tirar palante” e iniciar acciones legales contra el contratista que el año pasado había ejecutado la obra de reforma de su vivienda. A los pocos meses de concluir el encargo, el inmueble presentaba signos evidentes de que el trabajo había sido ejecutado deficientemente, y lo que era peor, las deficiencias comenzaban a agravarse (especialmente las humedades). Era imprescindible actuar.

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