Colaboración con Confilegal.
Actualmente, la importancia de la capacidad comercial del abogado es una realidad incontrovertida, pues bien sea en despachos individuales como colectivos (con independencia del tamaño de los mismos), la habilidad de atraer, captar y fidelizar clientes constituye una aptitud ineludible para favorecer la supervivencia, desarrollo y crecimiento de las organizaciones.
Y ello es lógico, pues en un entorno caracterizado por una competencia sin precedentes, el abogado que no contribuya, tanto a la entrada de potenciales clientes como al cuidado y satisfacción de los existentes, presenciará, tarde o temprano, el naufragio de su despacho, y ello con independencia de la maestría que disponga en los aspectos sustantivos y procesales de su práctica.
Lo cierto es que, fruto de esta carencia, los abogados necesitamos mejorar nuestras habilidades, lo cual no es fácil, pues la comercialidad es algo que más que enseñarse en base a unos conocimientos teóricos, se aprende mediante su aplicación práctica.
Con estos antecedentes, en la presente colaboración vamos a intentar trazar los componentes esenciales que deben concurrir en un abogado para poder disfrutar de esta competencia, a la par que ofreceremos algunos consejos para su consecución:
2º.- Tener iniciativa y orientarse a la acción y a los resultados, o lo que es lo mismo, ser proactivo, pues si algo es difícil para un abogado es cerrar los libros y salir a visitar clientes. Para evitar este hándicap, nada mejor que estar dotado de esa fuerza que le permitirá correr riesgos, persistir y tratar de obtener resultados tangibles. Ser proactivo cotiza.