La mirada o contacto ocular constituye uno de los elementos más importantes de la comunicación no verbal, pues a través de la misma mantenemos contacto directo y consciente con la persona con la que nos estamos comunicando, lo que supone que paralelamente al acto de comunicación verbal, estamos recibiendo una información valiosísima de nuestro interlocutor. Esta información, se relaciona directamente con los sentimientos, estados anímicos y emociones de la persona a la que nos dirigimos, ya que la mirada es junto a la voz el componente de la comunicación básico para transmitir emociones. Finalmente, el contacto ocular es junto a la voz una fuente imprescindible para llamar la atención.
Siempre que se aborda el empleo de la mirada por el abogado durante el juicio surge el debate sobre a quién debe mirar el abogado mientras expone su informe oral, cuestión ésta que lejos de pacífica, es bastante controvertida (prueba de ello reside en la diversa forma en la que se emplea en sala). Por ello, vamos a dedicar este post al análisis de diversas circunstancias vinculadas a esta actividad de tanta importancia.
1.- ¿A quién hemos de mirar durante la exposición del alegato?
Teniendo en consideración que nuestro alegato se dirige fundamentalmente al Juez, es a éste a quien deberemos mirar principalmente, lo que no obsta que, de forma puntual, dirijamos la mirada al resto del auditorio cuando nos refiramos expresamente a un hecho o acción en la que haya intervenido alguna de las partes y la mirada pueda tener mayor impacto en nuestro alegato. Igualmente, será conveniente mirar al público cuando se hable de un tema que afecte a los derechos o intereses del conjunto de la sociedad, representado en dicho momento por el auditorio.
2.- ¿Cómo hemos de mirar?
No es conveniente mirar fijamente al juez de forma prolongada mientras hablamos, pues esto puede generar cierta tensión e incomodidad, por lo que deberemos alternar nuestra mirada (sin mover la cabeza) hacía un lado y vuelta a mirar a los ojos. Hay que evitar por todos los medios desplazar la mirada por encima del juez o hacia abajo, ya que ambos son signos de superioridad y falta de confianza o excesiva humildad respectivamente. Igualmente podremos alternar la mirada al juez de forma puntual con la mirada al adversario.
En cuanto a dónde hemos de mirar, los expertos consideran como el lugar más apropiado la zona triangular comprendida entre las cejas y la boca, por lo que evitaremos con ello la mirada directa los ojos que tanta tensión puede generar en emisor y receptor.
Igualmente, lo que no debemos hacer es mantener la mirada en algún objeto, en la superficie de la mesa o pérdida en un punto indefinido.
Finalmente, al mirar al juez, no bastará un giro de cabeza, sino de todo el cuerpo deberá girarse en un ángulo de 45 º, al igual que nuestra documentación (folios, portátil, etc.). De esta forma, la comunicación será más completa y eficaz.
3.- ¿Cómo hemos de mirar ante un órgano colegiado o tribunal?
En el caso de que nos dirijamos a un tribunal, es fundamental como regla de educación, cortesía y decoro, que sin duda será bien recibida, dirigir la mirada de forma sucesiva a todos los integrantes del mismo, evitando ignorar, aunque inconscientemente, a alguno de los miembros del mismo. En todo caso, habiendo identificado al magistrado ponente, los razonamientos claves habremos de dirigirlos a su persona.
4.- Las consecuencias de una mirada errónea.
En ocasiones podemos observar como el abogado, al exponer el informe, se dirige exclusivamente al fiscal o abogado adverso, y ello a través del lenguaje verbal y no verbal, actuación que presencia el juez como si se tratase de un invitado de piedra. Este proceder no gusta nada a los jueces, pues estos son el verdadero auditorio a persuadir y convencer, y si los ignoramos, poca o nula atención prestarán al informe.
De hecho, a modo de estrategia, si tu adversario se dirige a ti mientras expone el informe oral, no lo dudes, préstale toda la atención del mundo.
5.- Saber a quién mirar…
En ocasiones, por falta de experiencia o por despiste, el abogado se dirige durante al alegato a uno de los miembros de la mesa, y resulta, como ya ha acaecido en más de una ocasión, que el receptor de nuestros argumentos, en lugar del juez titular es el juez en prácticas, que pasaba por allí… Hay que cerciorarse de quien es quien en sala.
6.- Saber emplear el feedback o retroalimentación del mensaje.
Para concluir, es fundamental emplear el contacto ocular para conocer el estado anímico del juez mientras nos escucha (atención, desinterés o aburrimiento); de esta forma, podremos modular nuestro discurso y adaptar el mismo a la situación que nos transmite el juez.
En definitiva, la mirada, lejos de constituir una actividad rutinaria de nuestra actividad forense, puede ser empleada de forma estratégica para conseguir que nuestro mensaje se reciba con la máxima atención y sin incidencias que obstaculicen el canal de comunicación abogado-juez/juez-abogado.