Todos los abogados somos conscientes de que las relaciones con los clientes no siempre son fáciles. De hecho, no hay abogado que no haya vivido durante su trayectoria profesional situaciones difíciles, incómodas e incluso desagradables con algún cliente. Las causas de esta situación pueden ser muy variadas: la personalidad y carácter del cliente, la dificultad del asunto o su enfoque, los resultados obtenidos, etc., siendo el denominador común de todas ellas el deterioro o pérdida de la confianza.
Si reflexionamos sobre estas incidencias somos conscientes de la importancia que supone el transitar por la jungla de la relación profesional a través de una senda sin obstáculo alguno, pues lo contrario, caminar a machetazos, es sencillamente agotador y extenuante.
Dada la importancia de crear una relación abogado-cliente sana, queremos comenzar este año dedicando el primer post a exponer algunas ideas para asegurarnos que, desde el principio, tomaremos las medidas necesarias para logran tan preciado objetivo, pues una relación sin fisuras nos permitirá centrarnos y focalizarnos en lo más importante: desarrollar nuestra defensa con las mayores garantías en servicio del cliente.
Supongamos pues que nos encontramos ante un cliente que pretende realizarnos el encargo profesional, ¿cuáles serían los pasos a seguir para poner los cimientos de una relación sana?
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1 comment
Aprecio en la relación constitutiva de la defensa del cliente que una proporción del 20% de los defensores de sus intereses, incluso menos si son especialistas en los laboral, pastelean, pactan, realizan acuerdos, e incluso participan de la corrupción;
No son leales, ni asumen su defensa.
Esta es mi experiencia que por mi o por otros he visto que tenemos.
Si a esta situación, relación, sumamos la imposibilidad de acceso a los recursos públicos para la defensa de los intereses profesionales, ciudadanos, empresariales, … francamente la perspectiva es decepcionante.
Si además los jueces no leen las pruebas, no valoran los intereses de los desprotegidos, no actualizan sus perfiles jurídicos europeos, y no persiguen ser justos.
La cuestión es cómo se forman los abogados y los jueces, quién los forma, porqué han accedido al oficio, cómo han conseguido sus posiciones.
Me gustaría tener una opinión más positiva de un instrumento, la justicia; en manos de quien está.