Me gustaría compartir con vosotros una experiencia que hemos tenido recientemente en el despacho y de la que estimo podemos extraer conclusiones muy valiosas para nuestro ejercicio profesional.
Recientemente se presentó en el despacho Ataulfo (nombre que empleamos para alejarnos de cualquier coincidencia), un cliente de toda la vida acompañado de una amiga suya que quería hacernos un par de consultas sobre un asunto legal relacionado con una propiedad rústica.
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6 comments
Muy buen día. Muy interesante la reflexión que nos comparte. Por un lado me llama la atención la ética profesional de Usted al valorar el trabajo de un colega. Lamentablemente en la práctica profesional la competencia ve siempre una oportunidad de allegarse de un cliente hablando mal del abogado que el nuevo cliente va a dejar, aún cuando se percate del excelente trabajo que realizó hasta el momento. Por otro lado. es cierto que una vez que se adquiere un nuevo cliente se le deja de tratar especialmente como a él le gusta que lo traten. Ésto solo se aprende con la experiencia o con la observación que otros colegas le realiza. Permaneceré atenta a sus comentarios.
Muchas gracias por tu aportación Silvia. Lamentablemente lo que dices ocurre a veces. Es una cuestión de conciencia y respeto por la profesión. Precisamente, uno de los objetivos ocultos del post es concienciar a los compañeros que hay que ser honestos en estas circunstancias. 🙂
Muy buen artículo y cierto, sin embargo, un punto más a tener en cuenta, sería los mismos clientes, los cuales algunos consideran que contratar a un abogado para un caso específico, tiene obligación de asesorarle en otros temas sin contratar nuevamente, tenga disponibilidad para atenderlo personal y telefónicamente 24 horas 7 días a la semana y que les reporte diariamente como esta el proceso, lo cual complica esa interpretación del servicio que presta un abogado con el ser o deber ser del mismo.
Cierto, pero para evitar esas situaciones los abogados debemos «educar al cliente», es decir, al comienzo de la relación sentar las bases para dejar claro el funcionamiento de nuestro despacho y nuestra forma de trabajar. de esta forma, se evitarán muchos malentendidos. En el blog podrás encontrar varios artículos sobre el tema.
Hola Oscar,
Muy buena reflexión.
Comentaba el otro día con mi mujer que hay gente que va al médico y si este te trata mal, te pones contento porque dices «en fin, es un genio y no tiene tiempo para amabilidades» lo importante es que sea buen profesional y me cure.
En cambio… cuando vas al abogado no se resuelve tu dolor en una sola consulta, sino que la relación puede durar años, en este caso esa falta de atención suele interpretarse justo en sentido contrario, devaluando la imagen del abogado.
Gracias por este artículo.
saludos
Octavio
Asi es Octavio, porque aunque no lo parezca, el aspecto emocional es mucho más profundo que en otras profesiones (incluso más que la de los médicos, aunque soy de la idea de que los médicos deben ser muy empáticos) En los encargos que recibimos hay un problema de fondo que afecta a la vida, el patrimonio, el honor o la libertad de la persona y ello requiere empatía y sin atención no hay empatía que valga