Todos los abogados que trabajan en despachos pequeños y medianos son conscientes de la importancia que revisten los aspectos económicos y financieros, preocupación directamente proporcional a la incapacidad o dificultad de aquellos para gestionar adecuadamente esta materia, lo cual no es extraño, ya que ésta abarca cuestiones tan importantes como la presupuestación, hoja de encargo, emisión de las provisiones, control de los pagos, pago de impuestos, control de otros gastos generales del despacho, contabilidad, etc., situaciones para las que el abogado no se encuentra preparado, bien por carecer de formación como de tiempo para dedicarse activamente a estas materias.

De hecho, incluso en los primeros estadios de desarrollo del despacho sería ideal disponer de una persona, ajena a la abogacía, con unos mínimos conocimientos económicos para poder llevar esta parcela, actividad ésta que con el tiempo tendrá que ser realizada con el auxilio y supervisión de un economista.

 Sin embargo, si prestamos atención a todos los despachos (siempre en las dimensiones citadas) observaremos que siempre hay un compañero/a que en mayor o menor medida se preocupa y ocupa de las cuestiones económicas, decisión que probablemente habrá tomado, alertado por el descontrol que se va generando a medida que el despacho (incapaz de contratar a un experto en estas materias) va creciendo y los aspectos financieros y económicos reclaman la necesaria atención.

Estos abogados, carentes de conocimientos económicos como el resto de su equipo, dedican su tiempo y energías, entre otras actividades, a controlar que se minute a tiempo a los clientes, que se suscriban las hojas de encargo, que se paguen las minutas y que se disponga de la necesaria liquidez para atender los impuestos y gastos generales del despacho. Sin embargo, curiosamente, a pesar de la importante labor que realizan, su actividad suele ser vista con escepticismo por sus compañeros, quienes atareados en sus labores profesionales colaboran escasamente con aquel, llegando incluso a veces a sentirse molestos por la presión a la que éste les somete para que cumplan con los mínimos exigibles (minutar al principio de la relación, hacer un seguimiento de los pagos, obtener justificante de los gastos, etc…)

¿Os suena?…

Pues bien, en mi opinión, estos «esforzados de la economía» con su actitud ayudan, y de qué manera, a que nuestras organizaciones avancen hacía sus objetivos, protegiéndolos a través del cuidado de los aspectos que más daño pueden causar en el desarrollo del despacho: su capacidad de generar recursos económicos y saber administrarlos. Y ello con doble mérito, pues a su vez tienen que compaginar dicha actividad con la llevanza de los asuntos profesionales que tanto nos exigen a todos. De hecho, en estos compañeros tenemos el germen de uno de los futuros líderes del despacho, pues quien se preocupe por estos aspectos sin duda estará más preparado para afrontar los riesgos que esperan en la difícil senda de la gestión y administración del despacho.

Por ello, a los que leáis este post y reconozcáis a ese compañero en vuestro despacho (quizás seáis vosotros mismos) dadle el mérito y favor que merece, pues aunque su labor sea vista con indiferencia e incluso recelo por el resto, ellos son quienes están soportando gran parte del peso del despacho y probablemente, gracias a esta actividad, vuestros despachos conseguirán en un futuro sus objetivos.

Sí, ellos son, y no debéis olvidarlo,  los «Angeles de la Guarda» de vuestros despachos.

Esta post se publicó en legaltoday.com bajo el título «El Ángel de la Guarda en los despachos de abogados https://www.legaltoday.com/opinion/blogs/gestion-del-despacho-blogs/blog-manual-interno-de-gestion/el-ngel-de-la-guarda-de-los-despachos-de-abogados-2014-12-18/