Para comenzar con la nueva temporada profesional he decidido publicar un primer post dirigido a tratar uno de los aspectos inherentes al trabajo diario de todo abogado: la preparación; y ello porque toda actividad que entraña tan elevada responsabilidad requiere un alto grado de aquélla, la cual puede llevarse a cabo o materializarse al amparo de diversas conductas o actitudes que, sin más dilación, pasamos a examinar a continuación:
No subestimes a tu adversario.
Una regla de oro de la profesión es aquella que prohíbe subestimar al abogado contrario. Nuestra historia profesional está repleta de encuentros entre David y Goliat con el resultado más que conocido. Un abogado que se precie de serlo es consciente de que otro colega, sea cual sea su nivel profesional, puede sorprendernos en cualquier momento y echar por tierra todo lo conseguido. Incluso, a veces, nuestra propia negligencia puede ensalzar la falta de diligencia de otros.
Actúa como si el adversario fuera el mejor.
Imagina que en el próximo juicio vas a tener enfrente a un abogado de reconocido prestigio. Probablemente, te prepararás muy a conciencia, pues sabes que va a ser muy complicado lidiar con un reputado contrincante. Una voz interior te dice que tienes que darlo todo si quieres conseguir algo… Pues bien, ahora imagina que en todos los casos que lleves, la preparación sea tan exquisita como la que realizarías ante ese contrincante. Estoy seguro que los resultados no se harían esperar.
Saber más que el adversario.
Ya has preparado el asunto como si tuvieras un prestigioso abogado enfrente. Pues ahora, profundiza en el caso de tal forma que lo conozcas de tal forma que aquel no pueda alcanzar igual conocimiento. Trabaja en los hechos, revisa documentos, visualiza las grabaciones, reúnete con los clientes, testigos, peritos, etc., hasta que tengas el mayor dominio posible del asunto. Entonces, sea cual sea tu adversario, irás más seguro al juicio y con mayor confianza.
Que la opción de acuerdo o suspensión de un juicio no merme tu preparación.
A todos nos ha pasado. Estas preparando el asunto, pero existen altas opciones de alcanzar un acuerdo. ¿Qué es lo que ocurre? Pues que te relajas y no lo preparas tan a conciencia, porque te planteas que el tiempo que dediques a la preparación del caso puede que sea finalmente inútil. Sin embargo, luego, contra todo pronóstico, el juicio se celebra y…Por ello, nunca, nunca, confíes en un eventual acuerdo o suspensión; al contrario, prepara el juicio a conciencia, pues dicho estudio siempre obtendrá su fruto, bien en el juicio o en la propia negociación.
Aprovechar la técnica para prepararte mejor.
Decía Ortega y Gasset que “la técnica es el esfuerzo para evitar el esfuerzo” ¡Y qué razón tenía! Toda preparación requiere un gran esfuerzo, el cual puede reducirse o aminorarse a través del empleo de herramientas auxiliares que, de alguna forma, nos organicen y simplifiquen el trabajo. Por ello, al trabajar en el caso podemos valernos no sólo de aspectos relacionados con la gestión del tiempo (planificación, estructuración del trabajo, priorización, etc.), sino que podemos servirnos de herramientas documentales como cronogramas, fichas de testigos, de pruebas, de interrogatorios, el libro del juicio, etc., diseñados para organizar mejor la preparación del caso.
Nunca confiarse en las victorias anteriores en casos similares.
Un enemigo de la preparación reside en la confianza que albergamos cuando hemos tenido éxito en un caso precedente y, ahora nos enfrentamos a un nuevo caso similar. No hay nada peor que confiarse y relajarse en la preparación, puesto que todos sabemos que no hay dos casos iguales y las circunstancias del juicio van a variar con toda seguridad. Por tanto, se impone la prudencia y la necesidad de dejarse llevar por la confianza.
Poner la máxima ilusión en la preparación de cada caso.
Sean cual sean las perspectivas de éxito del asunto, una vez aceptado el mismo, concentra todas tus energías en conseguir los objetivos que te plantees. No tiene porque ser ganar el caso, pues ya sabemos que esto no es blanco o negro, sino que hay múltiples tonalidades grises. En todo caso, tu profesión y el cliente se merecen que despliegues toda la ilusión y energías posibles en conseguir dicho objetivo. Cada caso es una nueva oportunidad.
Estos son algunos de los sencillos consejos que considero hemos de tener en cuenta durante el presente curso profesional, sin olvidar que si estudiamos y preparamos con intensidad nuestros casos obtendremos, además de los resultados favorables, dos premios tan importantes como éstos: ganarás en reputación y mejorarás en tus habilidades profesionales, por lo que, sea cual sea el resultado de tu trabajo, tendrás éxito.
¡Mucha suerte en esta nueva temporada!
3 comments
Soy abogado sin experiencia no ejercido la abogacia. Trabajo en una entidad bancaria pero me gustaria aprender hacer el trabajo aue hace un aboOad
O
Pues aánimo Francisco. Leyendo entradas de este blog puedes empezar!