La salud del abogado en constante debate: presentación del libro “El abogado adicto”

En mis primeros años de ejercicio profesional me encontraba tan ilusionado en mi formación como abogado, que jamás reparé en la dureza de nuestra profesión. Mientras los compañeros más veteranos me recordaban continuamente esta idea, yo andaba de un lado para otro, haciendo todo lo que estaba en mi mano para aprender y crecer como abogado sin reparar en las dificultades inherentes a la profesión que había escogido. Y, aunque resulte llamativo, esto lo afirmo desde la más absoluta certeza precisamente porque hoy, con la perspectiva del tiempo, veo esta complejidad y dureza con más claridad que nunca.

Y es que, con el paso del tiempo, la práctica nos da esa pátina de madurez que nos permite observar con claridad la exigencia tan elevada que rodea nuestra actividad, y que sólo nosotros conocemos porque la vivimos en primera persona. ¿Cuántas veces lo has pasado mal en el ejercicio de tu profesión? ¿No te has sentido a veces solo e incomprendido a causa de tu oficio? En definitiva, ¿te has preguntado alguna vez “merece esto la pena”? 

La razón de esta particular situación reside en que el conflicto jurídico en el que interviene el abogado oculta un drama en el que los adversarios disputan sobre bienes, valores, derechos, conflictos que  tienen como centro un enfrentamiento humano en el que la persona constituye el principio y fin del derecho, que tiene como objeto la realización de la justicia. Si a ese trasfondo humano añadimos que nuestra vida profesional se desarrolla en unas condiciones, digamos muy especiales, es natural afirmar que los abogados estamos sometidos a un desgaste personal y profesional permanente.  Don Antonio Sotillo lo expresa perfectamente en su comentario sobre el libro Sobre El Alma de la Toga:

“Los fracasos profesionales, las graves deficiencias de nuestro sistema de Administración de Justicia, los múltiples problemas que plantean clientes que, en ocasiones, desprecian nuestro trabajo, porque lo ignoran, todas esas circunstancias y algunas otras nos pueden hacer perder la ilusión en lo que hacemos”

Al hilo de lo anterior, en un artículo publicado en la revista digital Legaltoday, José Enebral Fernández cita el trabajo de Seligman titulado “Authentic Happines”, destacando diversas variables que concurren en la actividad de los abogados:

  – Los abogados han de ser pesimistas, y ésta es su actitud más prudente; deben anticipar toda suerte de argucias e incidencias negativas posibles en sus casos.

–  Son dependientes de normas y procedimientos, disponen de muy estrechos márgenes de decisión en su ejercicio.

– Se ven rodeados de conflictos y tensión, y en mucha menor medida de emociones positivas que, si se dan, duran poco.

– Una importante parte de su actividad se produce (típicamente aislados) consultando información y preparando escritos ajustados a formatos establecidos.

Soportan una excesiva dilación en la resolución de sus casos, y han de dedicarse a varios asuntos concurrentes, normalmente diversos y complejos.

Pertenecen a un mundo sometido a la dinámica victoria-derrota, lo que conlleva una sensible erosión emocional.

– Actúan en el marco singular de dignidades y jerarquías de la Justicia, sometidos por tanto al criterio aplicativo de los jueces.

Conforme a dichas variables, no puede sorprendernos el resultado que arrojan algunos estudios sobre el número elevado de bajas en los Colegios de Abogados, muchas de ellas causadas por el grado de afección de estas circunstancias en la salud del profesional. Una alta competitividad, unos horarios extenuantes, clientes muy exigentes, contacto diario con el sufrimiento de las personas, resultados no siempre satisfactorios, etc. ponen el resto en un contexto verdaderamente duro y difícil.

Ahora bien, todo lo anterior no significa que la abogacía sea una profesión que no tenga sus recompensas, que las tiene, y muchas, pero lo cierto es que quienes ejercemos tenemos que estar muy pendientes y alertas con los efectos de este contexto hostil sobre nuestra salud.

De hecho, otro efecto muy oculto pero que está ahí, son las adicciones provocadas por el desgaste profesional que hemos apuntado.

Y al hilo de este riesgo, aprovecho para informaros que el próximo 26 de abril a las 19,30 en el Salón de Actos del Colegio de Abogados de Sevilla, presentaremos el libro del abogado Juan Manuel Sánchez Fernández (abogado del ICA Almería) “El Abogado adicto”. En dicho acto, el autor del libro impartirá la siguiente conferencia: » La salud mental de los abogados y su repercusión en el ejercicio profesional»

Asimismo, podéis ver diversos post sobre Psicología Jurídica relativa a la salud del abogado en el siguiente enlace https://oscarleon.es/el-rincon-de-la-la-psicologia-juridica/