Es tiempo de reflexión, no sólo por la fecha que marca el calendario, sino muy especialmente por la situación que hemos atravesado este año y por la que se avecina, pues a pesar de las últimas y esperanzadoras noticias sobre la vacunación, a nadie escapa que todavía queda un largo trayecto del tortuoso camino que estamos recorriendo.
Partiendo de dicha reflexión, y desde una perspectiva profesional, al igual que en cualquier otro colectivo, los abogados podemos extraer importantes enseñanzas de todo lo acaecido en 2020, lecciones que, sin duda, podremos proyectar en el 2021. Pues bien, fruto de dicha reflexión, expongo a continuación algunas de dichas ideas.
CAMBIO
Antes de la pandemia nuestra actividad profesional se encontraba bajo un relativo control; acomodados a una rutina que considerábamos estable y permanente, nos encontramos en marzo, y sin previo aviso, con una nueva realidad que, a las duras, nos ha enseñado lo transitorio y cambiante de las cosas y como estos cambios pueden afectarnos personal y profesionalmente.
Sin embargo, vivir el cambio en su faceta más desgarradora nos ha enseñado a comprender que las cosas nunca están completamente bajo nuestro control, que nuestra conciencia y capacidad de previsión puede aumentar considerablemente para superar los obstáculos, y que podemos prepararnos para hacer frente a lo peor, mientras disfrutamos de lo mejor de la vida.
Finamente, comprender y reflexionar que en nuestro ciclo vital se producirán acontecimientos desagradables nos ha ayudado a pensar en serio sobre lo que es realmente importante en nuestra vida.
INCERTIDUMBRE
La pandemia nos ha ayudado igualmente a vivir la incertidumbre en su máxima expresión, pues si bien la abogacía es una profesión que nos obliga a vivir en constante incertidumbre, lo cierto es que a esta, llamémosla profesional, se ha añadido la imposibilidad general de predecir el futuro inmediato de nuestros despachos como consecuencia de la imposibilidad de establecer planes a medio y largo plazo. Esto nos ha generado mucha angustia y preocupación, y ha llevado a muchos compañeros a la adopción de medidas, nunca deseadas, pero indispensables para la supervivencia de nuestras organizaciones.
La incertidumbre, por tanto, nos ha ayudado a ser más realistas, a contemplar el panorama, y a tomar decisiones que, de cara el futuro, se antojan un bagaje competencial muy importante para, abrazando la incertidumbre, lidiar y superar futuras crisis.
ADAPTACIÓN
Como hemos visto, con el cambio provocado por la pandemia ha llegado la incertidumbre y la inseguridad para nuestros despachos, lo que ha requerido adaptarnos al actual escenario. Ello nos lleva a la importancia que tiene y tendrá la capacidad de adaptación de los abogados, es decir, la habilidad de amoldarse de forma flexible a los cambios derivados de un nuevo contexto complejo, y ello a través de la modificación de nuestra conducta con la finalidad de lograr un determinado objetivo. Por ello, ante la pandemia, los abogados hemos aprendido a ser más conscientes de que nuestro universo profesional está condicionado por el cambio, y que tenemos necesariamente que estar alerta y preparados para gestionarlo adecuadamente tomando las medidas que nos permitan sobrevivir y prosperar.
De hecho, hemos visto como muchos despachos se han adaptado al cambio y, ante un panorama nada halagüeño, han adoptado medidas adaptadas a los tiempos y que han supuesto verdaderas innovaciones, lo que nos lleva al siguiente apartado.
INNOVACIÓN
La innovación, íntimamente ligada a la adaptación, nos permite ser creativos, aplicando nuevas ideas cuando es necesario. Por ello, el abogado creativo es capaz de identificar rápidamente las cuestiones claves que afectan a su actividad y de simplificar los problemas al máximo. Sobre todo, lo que más destaca en ellos es que son capaces de descubrir pautas nuevas donde otros no ven nada; buscan ideas y emplean la originalidad para solucionar los problemas, arriesgándose en lo que fuere necesario.
Y ciertamente, hemos aprendido a innovar; la crisis tiene siempre una faceta de oportunidad, y en el caso de los despachos a los que la crisis ha dado pocas alternativas (especialmente por su clientela o modelo de negocio) hemos observado como muchos se han reinventado adoptando un nuevo modelo de negocio, acorde con el nuevo escenario postcrisis, en el que las redes sociales han ocupado un papel preponderante. Igualmente, se han producido colaboraciones entre despachos, aprovechando las sinergias existentes; y como no, hemos extraído el máximo partido de las tecnologías, y muy especialmente las que nos permiten comunicarnos a distancia a través de audio y video, pues han supuesto una novedad para muchos profesionales que no venían haciendo uso de las mismas. Indudablemente, este factor deberá ser motivo de reflexión en los despachos, pues puede propiciar un cambio en la forma de prestación de servicios y de relacionarnos con nuestros clientes, todo ello sin perjuicio del futuro procesal que se avecina y que avanza sobre la base de propuestas tecnológicas.
LA ECONOMÍA
La pandemia ha golpeado con saña nuestra economía profesional, pues ante la reducción de encargos, pérdida de clientes, etc., es obvio que (salvo excepciones) durante este periodo la incertidumbre reinante hemos prestado especial atención a las cuestiones económicas, lo que nos ha permitido hacernos más conscientes, de la necesidad de controlar mejor que nunca nuestra tesorería, con un estricto control del gasto y un esfuerzo por facturar y, no menos importante, conseguir que los clientes paguen dentro de los márgenes de tiempo previstos.
Lo anterior nos lleva inevitablemente a la necesidad de valorar la importancia de gestionar esta crisis desde una perspectiva empresarial en la que todas las medidas que adoptemos (recursos humanos, financiación, fidelización, marketing), deberán solventarse con criterios empresariales.
LOS VALORES
La pandemia nos ha enseñado finalmente a vivir con los valores, pues si en algún momento ha sido fundamental tirar de la prudencia, la paciencia, el autoconocimiento, la proactividad, la amistad, etc. ha sido precisamente en la actual situación, en la que los acontecimientos nos superan y se hace necesario disponer de herramientas bien asentadas para defendernos de las mismas. Estoy plenamente convencido que en estos últimos meses hemos aprendido a poner en práctica nuestros valores y principios, actitud que seguiremos manteniendo en lo sucesivo.
Y concluyo con un deseo que todos compartimos, y que no es otro que se supere esta difícil situación, y que todos volvamos a ejercer nuestra profesión con las limitaciones y dificultades habituales a las que estamos tan acostumbrados, quedando para siempre alejada la sombra de esta pesadilla de la que espero pronto despertemos.
Mucha suerte para el 2021.
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