Con sólo 47 años, nos dejó un viernes por la noche mientras trabajaba en su despacho cerrando algunos expedientes que habían quedado pendientes tras una jornada agotadora.

Amor por su profesión, entrega y entusiasmo; el mejor soldado que pudiera desear un general en plena batalla…

Hace un rato lo hemos despedido, y el vacío con el que llegué a Madrid, se ha tornado a mi regreso, no sé cómo decirlo, en una pena profunda pero llena de orgullo, pues así me he sentido por haberlo conocido. Ver y escuchar a sus familiares y amigos, cómo lo recordaban, con qué cariñó hablaban de él, ha sido toda una lección de amor…

¡Qué importante es en esta vida ser, como decía Machado, una persona en el buen sentido de la palabra, buena…!

A Paco lo conocí hace cuatro años cuando presentaba un libro en la Librería Cívitas. Una vez concluida la presentación, se abrió el turno de preguntas,…

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