Uno de los momentos de mayor satisfacción y gozo para el abogado se da cuando se cumplen dos circunstancias en su actividad profesional: el haber hecho un buen trabajo y, acto seguido, recibir la felicitación de nuestro cliente, siendo este componente de la ecuación quizá el más importante, pues un reconocimiento abierto y sincero, acompañado de la afectividad inseparable al mismo, supone para el abogado una de las mayores gratificaciones posibles.

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