El confinamiento durante más de cuarenta días ha supuesto una verdadera catarsis para la abogacía, y ello no sólo por los efectos inmediatos en la práctica de la profesión, sino muy especialmente por la incertidumbre que estamos viviendo respecto al futuro.

En este escenario que nos ha tocado vivir considero fundamental que todos y cada uno de nosotros reflexionemos muy seriamente sobre nuestra profesión, planteándonos cómo nos va a afectar individualmente la inevitable crisis en la que ya estamos inmersos.

Por ello, y guiado por un optimismo realista, me gustaría compartir con vosotros una serie de reflexiones que pueden, de alguna forma, hacernos pensar en el futuro inmediato y en la búsqueda de soluciones.

Sin más dilación, pasamos a su exposición:

1.- Mayor presencia de los valores.

Ante situaciones de extrema dificultad, los valores son claves, puesto que nos sirven de muleta para apoyarnos y transitar por la crisis con menos dificultades. Por ello, ante la obligada reflexión del confinamiento, hemos tirado de la prudencia, paciencia, adaptación, innovación, proactividad, etc., comprobando que si actuamos conforme a una serie de principios, nos será más fácil mantener ese optimismo realista tan preciado en estos momentos.

2.- El acercamiento a nuestros clientes.

La crisis ha afectado prácticamente a todos por igual, lo que ha supuesto que la relación de confianza existente entre el abogado y el cliente se haya fortalecido a iniciativa de los propios abogados, los cuales, conscientes de dicha situación,  están sabiendo aproximarse a sus clientes interesándose por su situación personal y la de sus negocios, ofreciendo ayuda como antes no lo habíamos hecho. A pesar de las dificultades, resurge en muchos casos la empatía y solidaridad tan necesaria para el día a día de nuestra profesión.

Perseverar en esta forma de relacionarnos va a ser esencial para garantizar la fidelización de nuestros clientes en un entorno cada vez más competitivo.

3.- Ejercer como un profesional, gestionar como una empresa.

A pesar de que ejercemos como profesionales, los abogados gestionamos nuestros despachos como empresas, realidad que estamos comprobando claramente ante la situación actual de falta de ingresos, y la presumible reducción en los próximos meses. Ello nos lleva inevitablemente a la necesidad de valorar la importancia de gestionar esta crisis desde una perspectiva empresarial, en la que todas las medidas que adoptemos (recursos humanos, financiación, fidelización, marketing), deberán solventarse con criterios empresariales.

Esta situación debe hacernos reflexionar sobre la importancia de convertirnos en gerentes, directores y líderes de nuestros despachos, y para ello necesitaremos disponer de los conocimientos imprescindibles para adoptar las medidas de gestión necesarias para la supervivencia de nuestros despachos. Os dejo un post que escribí hace años sobre el tema https://oscarleon.es/el-angel-de-la-guarda-de-los-despachos-de-abogados/

4.- Reinventarse: los nuevos modelos de negocio.

La crisis tiene siempre una faceta de oportunidad, y en el caso de los despachos a los que la crisis de pocas alternativas (especialmente por su clientela o modelo de negocio) se va a manifestar a través de la posibilidad de reinventarse y cambiar el modelo de negocio por otro acorde con el nuevo escenario postcrisis. Oportunidades no van a faltar.

5.- La colaboración entre abogados.

Unido a lo expuesto en el apartado precedente, otra forma de reinventarse es unir fuerzas e integrarse en un colectivo de profesionales, en los que compartiendo recursos para proveer servicios jurídicos de forma eficiente y efectiva, abordar el mercado con mayores expectativas. El caldo de cultivo existe, pues habrá compañeros que encuentren dificultades en mantener su práctica profesional individualmente pero que, integrados en la búsqueda de un proyecto común, tienen mucho que decir.

6.- Aprovecha y mejora en el uso de las tecnologías.

Si bien han estado presente durante estos años, lo cierto es que las tecnologías, y muy especialmente las que nos permiten comunicarnos a distancia a través de audio y video, han supuesto una grata novedad para muchos profesionales que no venían haciendo uso de las mismas. De repente, a pesar de la distancia, descubrimos que es posible una comunicación eficaz, con el consiguiente ahorro de tiempo que conlleva lo presencial.

Indudablemente, este factor deberá ser motivo de reflexión en los despachos, pues puede propiciar un cambio en la forma de prestación de servicios y de relacionarnos con nuestros clientes, todo ello sin perjuicio del futuro procesal que se avecina y que avanza sobre la base de propuestas tecnológicas.

7.- Las importancia de las redes sociales.

Ahora mismo, todo el mundo está en internet (y llevan así más de cuarenta días), lo que significa que aquel despacho que haya sabido posicionarse en redes durante este tiempo, habrá salido fortalecido frente a muchos de sus competidores. Hoy en día, estar en redes es vital para un despacho de abogados, no sólo por la posibilidad de embarcarse en nuevos modelos de negocio, sino por el hecho de darse a conocer, de hacerse visible. A medio plazo esto va a ser fundamental.

Finalmente, es preciso no olvidar que los abogados somos profesionales, profesionales independientes que alcanzamos nuestra justa retribución en función de los encargos que nos realicen nuestros clientes en el contexto de un libre mercado de servicios legales. Por ello, nos encontramos constantemente ante una situación de riesgo, pues somos vulnerables a las crisis económicas en mayor medida que otros sectores públicos o privados. De hecho, ya nos llueve sobre mojado.

Por ello, una de las lecciones que hemos de aprender de esta situación es que hemos ser conscientes de la incertidumbre que rodea nuestra profesión, pues aunque la situación actual tenderá a cambiar y volveremos a la normalidad, el hecho de comprender que las cosas nunca están completamente bajo nuestro control nos permitirá ver las cosas con más claridad. Profundizar en lo transitorio de las cosas nos hace más realistas, por lo que nuestra conciencia y capacidad de previsión aumenta considerablemente. Así, sabedores de que pueden ocurrir en nuestras vidas acontecimientos tristes o desagradables, la idea de lo transitorio nos permitirá prepararnos para hacer frente a lo peor, mientras disfrutamos de lo mejor de la vida.

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